Transcurrieron semanas de incertidumbre que favoreció dudas y cuestionamientos a la estrategia del gobierno federal para combatir la pandemia. En específico el tema de la ansiada vacuna. Alimentaron la vacilación el retraso de los fabricantes, y los cuestionamientos de la disidencia gubernamental local. Le acrecentaron la desacreditación sustentada en la imparable cifra de fallecimientos, la saturación hospitalaria y una comunicación oficial poco clara. Mientras abundaban noticias del suministro en otras latitudes, los días mexicanos transcurrían sin información precisa. Fue necesario, en buena hora, el anunció en voz del recuperado presidente López Obrador desde Oaxaca, del Plan de Distribución de Vacunas contra el COVID-19.
Luego, en el transcurso de la semana se han sucedido la llegada de las dosis aplicables, su distribución a las entidades federativas y, lo más importante, el suministro entre la población.
No faltan comparaciones con la vacunación en otros países, tampoco cuestionamientos a los procesos de adquisición y la exigencia de transparentarlos, críticas a la oportunidad de las compras en medio de la competencia en la demanda, la selección de las demarcaciones y los grupos receptores, así como las proyecciones de los porcentajes de población inmunizada en el corto plazo. Tampoco el fantasma del proceso electoral.
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La polémica está nutrida de otros elementos, algunos atendibles y otros francamente ociosos frente a la magnitud de la catástrofe. En todo caso quedan registrados para ulterior discusión, una vez superada la emergencia.
Sin suponer siquiera que el problema global esté resuelto en nuestro país, la ruta para lograrlo inició. Factores propios y foráneos incidirán en el que se vislumbra largo camino para frenar el contagio.
Conviene identificar las consecuencias que en el mediano y largo plazos afectarán el desarrollo nacional y regional del país. Hacerlo rápido atajará conflictos y tensiones, y sobre todo permitirá diseñar alternativas ante lo inminente. Si las proyecciones para el futuro inmediato advierten un cambio mundial, es tiempo de imaginar otras vacunas necesarias.
En nuestro estado, por ejemplo, el gobernador Omar Fayad estableció la política pública Hidalgo más Fuerte para la reactivación económica del gobierno estatal, que genere una inversión de treinta mil millones de pesos en un horizonte de doce meses y origine más de veinte mil empleos.
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Evidente es la apuesta a una solución económica cuando los estragos están bien identificados. Es un primer saque fundamental, no lo único. Mario Luis Fuentes director de México Social adelanta una agenda preliminar donde las condiciones a resolver son agua potable, sustitución de leña en el consumo doméstico, atención al hambre y la obesidad, refrigeración y tecnología en todos los hogares y vacunación infantil.
El Barcelona Centre For International Affairs, CIDOB, en “Bouncing back. World politics after the pandemic” apunta a las oportunidades de cooperación internacional para atender el cambio climático, mejorar las relaciones internacionales e ir r a una solidaridad internacional, y subraya la intervención del sector privado en la salud pública. Javier Solana, destacada personalidad de la política exterior y seguridad europeas propone una mejor preparación a la mostrada frente al COVID que nos tomó por sorpresa.
La realidad impone diseñar en triple dimensión: regional, local e internacional, fórmula segura para encontrar las siguientes vacunas. Una deberá ser para la justicia.
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