Garlito
En alguna crisis minera a lo largo de su historia, tras años de esplendor la veta más rica había dejado de entregar metal y la reacción económica se reflejó en los pueblos mineros de la comarca Real del Monte y Pachuca y más allá; convencido por la fe el hombre más rico de aquel entonces, ofreció una procesión al Santo Patrono, así nació la feria que se conmemora cada 4 de octubre en la capital.
VETA
Pachuca sin ser una ciudad con profunda huella colonial, el culto religioso siempre es mesurado y diferentes sectores por diversas razones, tienen distintos santos de su preferencia, en el ámbito católico debido a su influencia cultural e importancia en el régimen colonialista, la herencia española cristiana es palpable y forma parte de nuestra personalidad colectiva, más allá de creencias religiosas, su verdadero origen; La Virgen es la Santa Patrona por derecho indiscutible, la ciudad lleva su nombre: Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora de la Asunción Real de minas de Pachuca.
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Sin embrago el culto a San Francisco de Asís, se arraiga en la población de inmediato, debido al trabajo social mismo de los franciscanos, la construcción de su monasterio, la divulgación de la fe cristiana, su labor de conversión en comunidades donde era más difícil establecer culto católico, para ello llevaban beneficios sociales mediante talleres y conocimientos de agricultura y ganadería menor, en tanto los convertían a la cristiandad; esta característica de los franciscanos contrastaba con las autoridades eclesiásticas y clericales, que controlaban la hermosa iglesia de La Asunción a un costado de la Plaza Constitución; Pedro Romero de Terreros, era creyente y mecenas de los monjes, su fe en San Francisco de Asís era muy conocida.
PROCESIÓN
La Veta Vizcaína de pronto había dejado de dar metal, se escondió, la actividad en el laborío, las decenas de trabajadores y la jauja de los pueblos mineros decayó, no solo económicamente sino anímicamente también, volvió la zozobra y pobreza a la región; Pedro Romero de Terreros ofreció una gran procesión desde la Hacienda de San Miguel Regla hasta el convento en Pachuca, la víspera del 4 de octubre y repetirla cada año si volvía la veta, mineros con sus familias, pobladores y autoridades, con antorchas en mano iluminaban el bosque en tanto cantaban y oraban, (el espectáculo debió haber sido fantástico) al segundo o tercer año, La Vizcaína regresa, el milagro es hecho y consolida la feria que los franciscanos pocos años atrás ya realizaban en derredor del convento.
Esto nos platica Don Alfonso Mejía Schroeder, en una posible leyenda popular más que sobre la feria sobre el culto a San Francisco, como fuere los franciscanos amigos del Conde de Regla, ya tenían una fecha para concentrar mercancías y artículos de la región así como juegos y fiestas populares; borregas, vacas y burros, herramientas para el campo, enseres para el hogar, cobijas, juguetes, comida, bebida, la feria de San Francisco se convirtió ya a finales del siglo 18, en una importante fecha de Pachuca, en la feria se adquirían mercancías para todo el año y a la fiesta venían gente de todos los pueblitos mineros, este Santo, fue apoderándose de la tradición y costumbre que llega a nuestros días en una actividad económica y social que diluye la romántica idea de su creación.
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La feria de San Francisco, la original la que se coloca en las inmediaciones del convento e iglesia, tiene por lo menos 400 años de existencia, transformada, reubicada, deformada, modernizada, es la fiesta de los pachuqueños, se instala en el mismo espacio desde entonces del Jardín Colón al Parque Hidalgo; la importancia de los franciscanos del Santo Patrón y de esta feria, son ingredientes muy pachuqueños que hay que fortalecer para no olvidar quienes somos.
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