Podría considerarse como “un hecho aislado” pero si no se evidencia, se puede volver costumbre y ese es el riesgo que corren los periodistas en su cotidiana actividad, que un funcionario del nivel que nos guste, decida impedir su labor con cualquier pretexto y llegue a la agresión física y las amenazas, como le ocurrió al reportero Octavio Jaimes, cuyo delito fue cubrir una protesta vecinal en el municipio de Tulancingo, donde las autoridades se caracterizan por todo, menos por su buen actuar.
Una larga lista de comunicadores y defensores de los derechos humanos se han solidarizado con el reportero que, el miércoles pasado, cubrió la información generada en una movilización de vecinos de Alamoxtitla, que demandaban obras para su comunidad.
Ya en una reunión en la sede de la presidencia municipal de Tulancingo, se le impidió estar presente en la discusión porque se trataba de “una reunión privada” y aunque los colonos pedían que se quedara, por orden de la directora de comunicación social, Dulce Gayosso Chávez, fue sacado a empellones.
El comunicador, en una misiva denunció la censura de las autoridades que encabeza la presidenta municipal de Morena, Lorena García Cázares, quien carga con una larga lista de acusaciones por su mal actuar, dentro y fuera de la alcaldía.
De la jefa de prensa, el reportero recordó que luego de darse a conocer una lista de familiares que laboran en el gobierno municipal, intentó sobornar a los directivos para “bajar” la información aparecida en un diario con impacto regional.
Si las autoridades municipales buscan el reconocimiento de los ciudadanos, han tomado el camino opuesto y muestran su incompetencia, que genera una mala impresión en quienes viven en esa importante demarcación que lo que más quieren son servicios, atención a sus demandas más sentidas, no a concursos insulsos como “la monja del año”.
Más allá de su mala imagen, la presidenta municipal, la extiende al partido que confió en ella, que la postuló y con el voto ciudadano, la llevó al poder, ese mismo que hoy dilapida en malas decisiones y actos de nepotismo.
No tiene por qué emprenderla contra los comunicadores como Octavio Jaimes, que sólo cumplen con su labor de manera profesional en favor de la ciudadanía tulancinguense.

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