En las últimas 48 horas llevo buscando en mi cabeza el concepto que describiría la inaceptable represión que se vivió durante el 8 de marzo en todo el país y las respuestas de los gobiernos de todos los niveles.
El Estado esta creando una narrativa donde parece que ellos son las victimas de esta guerra, una guerra que han declarado las feministas. En su discurso hay que proteger a cada monumento, cada oficina, cada para de autobús de la potente “violencia” con las que estás jóvenes enardecidas rayan, quiebran, queman, destruyen todo a su paso.
Ahí tenemos un zócalo blindado, un centenar de granaderos y granaderas algunxs disfrazados de policías, otrxs de civiles. En Hidalgo, fue la guardia nacional quien salió al resguardo del Palacio de Gobierno.
“Estado feminicida” “Somos todas” “Aborto legal ya” “El violador es el estado” “Nos faltan…” “Ni una menos” “Yo te creo” “Verga violadora a la licuadora” El símbolo de las mujeres “Ya no más”
“No me volverán a dañar”.
Esas son las terribles consignas que quedaron en los edificios de la ciudad, consignas “amenazantes”, que están poniendo en riesgo algo o a alguien…¿a quién?
60 policías para someter a 2 mujeres encapuchadas que se abrazan. Otros 100 que tuvieron arrinconadas a las compañeras por 3 horas bajo el sol. Cohetones, balas de goma, gas pimienta en extintores, caza drones que parecen potentes armas de fuego para resguardar paredes que ya antes han presenciado la batallas.
Negaron todo, dijeron que eran infiltrados, que el químico no era gas pimienta, que no era la guardia nacional, que iniciarían carpetas por el daño histórico y material. ¿Cuánto vale la vida de una mujer? ¿Cuánto cuesta parar las violaciones? ¿Cuál es el precio de la autonomía, la libertad y la tranquilidad? ¿Es más importante una parada de autobús, una pared con una consigna que hacer justicia?
9 detenidas en Aguascalientes y amenazas mediáticas y políticas de criminalización en Puebla.
Pero no fuimos nosotras. Nosotras no iniciamos esta guerra, fue el estado necro político que no quiere parar la violencia sistemática que enfrentamos.
No se dejen engañar.
En el enfoque psicosocial tenemos dos términos que son valiosos para esta discusión: violencia sociopolítica y trauma psicosocial. El primero define a todo el sistema de terror, miedo, pánico, opresión y subordinación que genera el estado para continuar el control. El segundo son los efectos que la ciudadanía vive por la violencia.
Lo que hemos visto estás ultimas 48 horas solo es un montaje, donde las malditas feministas, que están hartas de pedir que se reconozca su humanidad y sus derechos, quieren dejar una huella en la estructura de sus gritos y del descaro de las autoridades. Porque hoy no ha aparecido ninguna de las mujeres que sus familias buscan desesperadamente, hoy probablemente otra murió o esta siendo agredida sexualmente; pero las paredes ya fueron pintadas, los vidrios repuestos y las investigaciones iniciadas.
El martes el Gobierno del Estado tuvo el cinismo de subir una publicación con su Secretaría de Finanzas limpiando la estructura gubernamental, con un look perfectamente coordinado diciendo que se usaría presupuesto previamente etiquetado para comprar medicinas, ventiladores y apoyos alimentarios para reparar los daños de la protesta.
¿Es más necesaria una pared blanca que atender una pandemia?
¿Nuestra protesta incomoda y nuestras consignas no son válidas?
Ya estamos acostumbradas a que intenten callarnos, invisibilizarnos y borrarnos de la historia, pero ustedes no tienen idea de que nosotras somos necias, como diría Marina Azahua, tan necias que seguiremos protestando, rompiendo, quemando hasta que ninguna de nosotras la vuelvan a dañar.
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