Según el artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos del 23 de diciembre del 1999, hace el reconocimiento expreso del municipio, y nos dice que este mismo tiene la obligación de crear su “bando de policía y gobierno” mismo documento que se encuentra hoy en día acéfalo, caduco y a modo, según los intereses de los grupos en el poder de cada municipio del territorio hidalguense, ¿porque decimos esto?, usted querido lector debe compartir con un servidor, que existen los medios, la normativa y los procesos para solventar esta situación, así como existen los expertos en el tema, sin embargo en este tiempo contemporáneo siguen existiendo los pretextos para no transformar desde los documentos la vida y dinámica de los municipios, por ello es menester retomar el tema, ya que pasado el proceso electoral para la renovación de ayuntamientos 2020, se esperaría que este documento normativo como algunos otros de igual o mayor relevancia fueran actualizados, en consideración de las particularidades de cada región, sin dejar de contemplar las generalidades que mencionan la reglamentación y comunicación de las disposiciones administrativas, que tienen la finalidad de regular procedimientos, funciones y servicios públicos municipales, mismos servicios que hoy podemos identificar mermados o desaparecidos, en consecuencia de la ola pragmática y mezquina de las administraciones pasadas, aunado a esto debemos recordar que en este momento los municipios dependen de los llamados Consejos Municipales Interinos, quienes durante un aproximado de noventa días se hacen encargo de la administración de los gobiernos locales, medida extraordinaria que fue tomada como todos sabemos por la situación de pandemia, pero que es necesario decirlo con letras grandes, ¡se han quedado cortos en esta responsabilidad!, y nos es desconocido el porqué de estos resultados de ineptitud, ya que la selección de los mismo, fueron pasando por una serie de filtros de diferente índole, menos por los necesarios que implican cubrir un perfil idóneo de capacidades que integren experiencia y conocimiento en administración, la gran mayoría de ellos solo fueron el resultado de las coloquiales “Cuotas Políticas”, demostrando que los mismos tomadores de esta decisión siguen perteneciendo al rancio y putrefacto sistema político mexicano, ¿suena triste verdad?, ¡pero no todo está perdido!, en el pasado número de esta columna hablábamos que existe un escenario propositivo, y es que los ciudadanos demostramos hace unos días, que sabemos identificar las deficiencias de estos gobiernos municipales, y si somos sinceros, debemos aceptar que sabemos una cantidad amplia de propuestas de solución, sin embargo se requiere el conocimiento técnico para pulir, proponer, orientar y ejecutar estas ideas de solvencia a los problemas que repercuten y nos aquejan a todos, “males administrativos” que tienen una naturaleza de orden local, por ello es que los politólogos, intelectuales y líderes de opinión sugieren la urgente creación de “escuelas cívicas”, donde sea puesto en marcha un programa, que a través de un proceso de enseñanza aprendizaje, se incluyan temas de Administración Municipal, se desglose la lectura de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, La Constitución Política del Estado de Hidalgo, y la Ley Orgánica Municipal para el Estado de Hidalgo, entre otros documentos de interés público, como lo es la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, siendo los responsables de dicha acción las organizaciones de la sociedad civil, también denominadas el “Tercer Sector”, si deseamos un cambio de gobernanza y de vida social probablemente aquí radique una opción tangible, ¿es complejo?, ¡claro que lo es!, ¿es utópico?, ¡claro que también lo es!; pero como diría el Maestro Fernando Aguirre en voz del Maestro Eduardo Galeano: ¿para qué sirve la utopía?, fíjense ustedes que la utopía está en el horizonte y si esta en el horizonte yo nunca la voy alcanzar, porque si camino diez pasos, la utopía se va alejar diez pasos, y si camino veinte pasos la utopía se va a colocar veinte pasos más allá, ósea que yo sé que jamás nunca la alcanzaré, ¿para qué sirve?, ¡para eso, para caminar!.
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