En América Latina, nadie suma tantas horas de trabajo como las mujeres mexicanas. De acuerdo con el estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), de las 64.8 horas que dedican al trabajo, 42.8 horas, es decir, dos terceras partes, se van en ocupaciones no remuneradas que subsidian las inversiones en cuidados que deberían hacer las administraciones públicas.
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Tal como las mujeres en México reportan el mayor número de horas de trabajo en un comparativo con otros 15 países de la región, los hombres mexicanos también son los que más se ocupan a lo largo de una semana respecto a sus pares de género, 61.5 horas semanales, pero en ellos la mayor parte del tiempo tiene un retorno monetario, 44.6 horas son de ocupaciones remuneradas, de acuerdo con lo expuesto por Ana Güezmes, directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal.
La desigualdad económica en América Latina entre mujeres y hombres radica en el trabajo no remunerado. Güezmes reportó que a nivel regional las mujeres dedican el triple de tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, frente a los que ocupan en ellos los hombres, lo cual está “directamente vinculado a las barreras que impone la división sexual del trabajo para su ingreso al mercado laboral
“.
Las estadísticas presentadas por Güemez muestran que la pobreza no afectad de la misma manera, independientemente del género. La tasa de pobreza de las mujeres de 20 a 59 años es más alta que la de los hombres en todos los países latinoamericanos; al tiempo que 46.3 por ciento de las mujeres indígenas en América Latina y el Caribe son pobres, por debajo del 24.9 por ciento que es la media general para el sexo femenino.
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La discriminación misógina y racista de estos número también exhibe el sesgo de género y étnico raciales que existe. o demuestra con un comparativo de remuneraciones entre seis grupos: mujeres indígenas, afrodescendientes, y no indígenas ni afrodescendientes; y hombres indígenas, afrodescendientes, y no indígenas ni afrodescendientes.
Sin contar el nivel educativo, los hombres no indígenas ni afrodescendientes son los que más ganan, se posicionan de lugar opuesto a las mujeres indígenas, pues ellos reciben casi el doble de ingresos laborales que ellas, aún cuando pueden tener el mismo grado de preparación académico.
Los datos de la Cepal exhiben que incluso el sesgo de género puede remitir más que el racismo contra la población indígena. Entre las personas con 13 años de estudios o más, las mujeres indígenas son las que tienen la menor remuneración, y apenas son rebasadas por los hombres indígenas.
“A quien niega que hay discriminación, a quien niega que hay desigualdad, este es el tipo de información que le podemos mostrar”
, enfatizó Güezmes.
CRA
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