Estudiar medicina, como en el pasado, es síntesis de vocación, de entrega que requiere tiempo completo y poder sortear vicisitudes que no se presentan en otras carreras.
El primer peldaño se avanza cuando ya acreditado el bachillerato, ellas y ellos, buscan un espacio para cursar su carrera profesional en una universidad estatal. En Hidalgo, la UAEH. Para ingresar hay un número precisado de lugares que no exceden de 210 y los aspirantes han llegado a ser un poco más de 3,300. Quienes no lo consiguen en prueba de admisión, esperan al siguiente semestre, aunque hay algunos que cambian profesión.
Quienes acceden, enfrentan la primera materia escabrosa: Anatomía. Tienen que superar esa prueba. En adelante, conocen por primera vez un quirófano y un anfiteatro. Algunos titubean ante un comprensible encuentro con lo desconocido.
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En adelante van superando semestres hasta quedar en calidad de pasantes. Continúa un año de internado y otro más de servicio social. Sobrevienen otros pesares para algunos galenos ubicados en zonas peligrosas o en donde no existen instalaciones adecuadas a su labor.
En las últimas semanas se han presentado casos dolorosos como el asesinato de la doctora Masiel M., quien laboraba en un Hospital del IMSS-Bienestar en una comunidad del norte del país y el último, la victimización del pasante Eric Andrade Ramírez, en un hospital de Durango.
Ante esto, se ha creado un frente común de asociaciones de médicos, quienes piden a universidades que no ofrezcan plazas de servicio social en comunidades donde no existan garantías para los jóvenes doctores. Además, en muchas ocasiones, los pasantes en sus residencias padecen para encontrar en donde pernoctar, y en donde llevan a cabo sus labores no hay los implementos necesarios para la atención a los vecinos.
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Ha surgido una corriente que apela a la sensibilidad de autoridades de Salud para que incluso se suspenda este servicio social, pero se les ha respondido que es imprescindible para una formación integral.
Quienes al final obtienen su título, tienen enfrente que decidir si permanecen como generales o siguen adelante en pos de una especialidad. Los segundos, además de tener que satisfacer un cúmulo de documentos, ya aceptados en primera instancia, incursionan en una prueba de admisión.
Hay un organismo denominado Examen Nacional a Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM), que año con año, en septiembre organiza esta siguiente escala para los doctores que cumplieron con su servicio social.
En 2021 hubo un total de 82, 345 registros de los cuales se decantaron a 49,479. Estos son informes oficiales publicados por la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos para la Salud (CIFRHS). La prueba final se realiza en cuatro sedes. Para este 2022, en el próximo septiembre serán León, Puebla, Hermosillo y Tuxtla Gutiérrez.
Hay un universo de especialidades, 15 según documento reciente. Se rigen por puntajes máximo y mínimo, según resultados de su evaluación, pero de acuerdo a últimos exámenes no llegan a más de 18 mil los aceptados.
Ellos recorrerán largo camino, hasta 5 años, según la especialidad. Les apoyan con una beca mensual. Muchos, cuando concluyen, regresan a sus lugares de origen a empezar desde cero, otro, los menos, logran sumarse a instituciones públicas o privadas, de lo que se reitera es satisfacer vocación que mucho se les reconoce.