El mundo entero está inmerso en esta competencia. Desde hace un año no hay otro objetivo que no sea la de alcanzar la meta y sobresalir por encima de todos. Cada país aplica la estrategia que mejor le conviene para no quedar rezagado. Algunas naciones de pronto parecen despegar, aunque por momentos da la impresión de que retroceden. México no está exento y ha sobresalido ya, pero aún le falta mucho por conseguir el objetivo final.
Aunque no todos tienen acceso a ver el desarrollo de cada evento, a través de los medios de comunicación o de las redes sociales podemos enterarnos en algún momento del día o al día siguiente del resultado de nuestro país, de si avanzamos o retrocedemos con respecto al día anterior, de si estamos más arriba o más abajo en la lista de países. Esto, obvio, para quien gusta de ver las estadísticas a detalle.
A fuerza de ser sinceros debemos reconocer que México desgraciadamente en esta competencia mundial no sale bien librado. Se han hecho múltiples esfuerzos, más en el empeño y en la disciplina personal que en lo colectivo. Los resultados en la suma general no dejan de ser pesimistas. Hay avances sí, pero no los suficientes para que la mayoría esté satisfecho o en condiciones de poder salir a gritar a los cuatro vientos que somos de los mejores.
Porque el avance de nuestro adversario ha sido, como dice el lema olímpico, más rápido, más alto y más fuerte. En solo una semana ha avanzado considerablemente, a tal grado que pareciera que no lo podemos alcanzar. Ha sido tan rápido que a todos nos tiene impresionados, aunque más impresiona la respuesta del capitán y de su coequipero que insisten en mantener la estrategia a pesar del resultado poco halagüeño.
El adversario también ha llegado más alto, como dicta nuevamente el lema olímpico. Tan alto que está cerca de alcanzar su nivel anterior cuando nos vimos casi apabullados y parecía que no podríamos sobreponernos. Y para completar el cuadro, con su nueva variante, este adversario también ha sido más fuerte, de ahí su peligrosidad.
Sí, los contagios por coronavirus no han dado tregua desde hace un año al mundo entero. Cada país lo enfrenta como mejor puede y con los recursos y vacunas que tenga disponibles. En México, la tercera ola ha sido terrible. El número de contagiados corrió tan rápido que pasamos de 2 millones 659 mil 137 a 2 millones 709 mil 739. Es decir 50 mil compatriotas que adquirieron el virus en solo una semana.
La gráfica oficial de esta tercera ola no deja de subir y no sería raro que llegara y rebasara la cresta más alta en esa espiral. Con todo el Presidente López Obrador está decidido a que los niños y jóvenes regresen a las aulas en el mes de agosto.
Pese a la agresividad de la variante Delta, el subsecretario Hugo López-Gatell y el equipo que lo acompaña ajustaron las implicaciones del llamado semáforo epidemiológico con lo que a pesar de que la mayoría de las entidades se encuentran en color naranja, las actividades productivas permanecerán abiertas.
En esta competencia veremos más adelante si salimos victoriosos o perdemos la partida.
Comentarios: miguel.perez@hidalgo.jornada.com.mx
Deja una respuesta