¡Las mujeres maravillando! No es difícil quedar atrapado en el influjo superlativo de Lux, Rosalía se instala en el Olimpo de la música contemporánea; pero habría que apuntar también que este mismo año aparecieron meses antes El cuerpo después de todo de Valeria Castro, recién considerado por los Premios Ondas como todo un fenómeno, y Sirio B, todo un acierto discográfico de parte de Soleá Morente.
En esas estábamos, cuando de repente surge Lo que me falta, el octavo álbum de la catalana de 39 años Maria Rodés, cuyo talento le ha permitido entregar 14 canciones, cuyo eje central es especular alrededor de la idea del amor romántico desde diversas perspectivas y ángulos.
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Compositora y cantante, tuvo la claridad de ideas para enfrentar junto al productor Joel Condal un disco que apelara a la diversidad y que fuera más allá de las variaciones del folk que ya le hemos escuchado. Con mucho tino, Elefant Records -ese grandioso sello disquero- apunta: “resulta apabullante por la naturalidad con la que nuestra otrora cantautora folk juega con las texturas electrónicas y tritura estilos como la rumba, el flamenco, el reguetón, la bachata, el synthpop o la bossa nova”.
El álbum comienza con una sutil evocación juvenil en “Primera Vez, que es la voz de la jovencita de la portada que apenas daba con las cosas del mundo… es un arranque acústico antes de que aparezca la pieza central: “No le veo sentido/ a enamorarme o albergar ningún deseo/ lo que quería lo he tenido y lo he perdido/ debe ser lo que me pasa”.
“Lo que me pasa” es una rumba inspiradísima llena de palmas y quejíos flamencos que seduce de forma directa, pero de la que nos enteramos luego que está en inspirada en la historia real de una mujer llamada Lidia de Cadaqués, que fue hija de una bruja y que padeció además erotomanía; al final, lo que se impone es una exploración sobre el deseo y sus manifestaciones.
Una canción que es puro fuego engarza muy bien con “Chico Bueno”, que trae consigo un gran momento de vanguardia en compañía del excelente músico y productor Bronquio, ya que se vuelcan sobre una bachata electrónica que habla de una mujer que no se confirma con un rol pasivo y no piensa ser victima de los malos modos de un tipo que nunca va a cambiar.
Y es que Lo que me pasa -el álbum- es generoso en piezas certeras y conmovedoras; el synth-pop llega con “El parque”, una deliciosa colaboración con La Bien Querida, en la que una chica monologa sobre un embarazo que ocurrió a causa de una noche de loca pasión con alguien que es casi un desconocido.
Mientras transcurre, podemos regresar a lo que expresa una disquera tan arty como Elefant del álbum: “reivindica la intensidad frente a lo efímero. Las contradicciones que dan sentido y verdad a los sentimientos frente a la fugacidad disfrazada de verdad y coherencia. La llama que persiste, la fe en el vínculo, la obstinación de sentir.
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Nos encontramos pues ante una obra que es también generosa en colaboraciones… por aquí desfilan Delafé, Soléa Morente, Rosario La Tremendita y Nieves Lázaro, entre otras personalidades interesantes, que coadyuvan a esa variedad estilística que la distingue y a la que también contribuyen la guitarra de Isabelle Laudenbach y el chelo de Marta Roma.
Maria Rodés se coloca así entre un grupo de creadoras tan sobresalientes como Queralt Lahoz, Maria Arnal y María José Llergo… todas ellas contribuyendo a un estupendo momento de la música española del siglo XXI… un periodo de gracia difícilmente repetible.
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