Bajo el esquema de la doctrina filosófica del nihilismo, que considera, que al final todo se reduce a nada y por ende nada tiene sentido, en el crítico ojo del argelino Albert Camus podríamos considerar la descripción del pensamiento de dos grandes románticos de la existencia humana y su interrelación con su época, hasta nuestros últimos días.
Hablar del florentino, es hacer referencia a su magna obra, la cual perdura a más de 500 años de su creación, El Príncipe de Niccolo Machiavelli, lectura recomendada para los aspirantes del poder, cuenta entre sus páginas, en específico en el capítulo de “los principados”, las habilidades con las que debe contar para quien osa de querer ser gobernante, describe sutilmente los métodos, caminos y estrategias a desarrollar para alcanzar los objetivos particulares, mismos que terminan involucrados de perversión, cólera y megalomanía.
En el extremo de la Francia intelectual, misma que para el año de 1964 ya contaba con el décimo francés seleccionado para el Premio Nobel de Literatura, y que se reusó aceptar dicha distención por el dogma que practicaba a cabalidad, encontramos al erudito Jaén Paul Sartre, quien tomara la Filosofía del Existencialismo como el estandarte de su paso por este escenario mundano y que dejaría muestra de la soberbia con la que practicaba su congruencia ante los ojos de aquellos años, ¡cómo no recordar su relación con Camus, Foucault, Simone, Castro y El Che Guevara, solo por mencionar algunos!.
Como podemos leer, naturalmente estos dos enigmáticos pensadores se relacionaron con la materia de lo público y lo político, y a su vez con los conceptos de democracia, sociedad, poder, libertad, gobierno, construyendo en el imaginario colectivo los perfiles de aquellos sujetos que se inmiscuyen en esa esfera que se conforma después del sedentarismo del humano.
Por un lado, podemos identificar un perfil de aspiración a dictador y en el otro a un ser humano que busca la homeostasis en la descripción de un ser integro a pesar de la utopía que lo invade, mismos perfiles que hoy en día podemos observar en nuestros contextos, en palabras llanas, siguen existiendo como un yin y un yang, como un principio de vida y muerte, como el nacimiento de Sartre y el fallecimiento de Maquiavelo.
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