Los viajes oníricos de Itzel Cruz

Las ciudades no se constituyen a partir de una acumulación de acero, cemento y ladrillos; a las ciudades les dan sentido y coherencia las personas… sin sus habitantes las ciudades serían un páramo absurdo y sin existencia.

Pienso en ello a partir de una idea que circula por las redes y en torno a la que se abre un debate acerca del porqué los artistas son los que insisten en resignificar los espacios; creo que entiendo poco de esa sensibilidad de la mediosfera, porque me parece casi una obviedad… los sitios tienen que asumir nuevos sentidos, cambiar sus fines básicos y sublimarse, ¿es muy difícil entender eso?

Casi nada debe de permanecer estático -el movimiento es perpetuo-… comenzando por nuestro entorno más cercano; mucho veces caminaba por la colonia Periodistas y contemplaba casa deshabitadas que esperaban que un valiente les diera un uso distinto al residencial… una edificación grande de la avenida Felipe Ángeles clamaba por resurgir para hacer comunidad.

Y es en este punto donde me doy cuenta que esta historia no necesariamente pasa por las canciones, pero al final sí; existe un tema del grupo español Love of Lesbian que tiene que ver con lo que estoy exponiendo -primero la cito, luego me explico-: “Oniria encuentra a Insomnia/ Los dos conectan bien/ Quizás en otra vida/ Fueron un mismo ser”.

Aquí aparece el tema de los sueños, pero de los sueños cumplidos; y es que en el número 600 (justo en la mencionada casona) nace la versión ampliada de Oniria, una aventura concebida por Itzel Cruz y que ha crecido de tal manera que ahora no sólo nos ofrece un espacio hermoso desde el punto de vista arquitectónico y de decoración, sino también una experiencia gastronómica muy bien lograda;  todo ello gira entorno a la cultura del café… una experiencia para la que tienen su propia marca, Terceto, y que es tostado allí mismo -tienen incluso su taller para la cata y degustación-.

Oniria contribuye de manera definitiva al proceso que ha llevado a la colonia Periodistas a oxigenarse y cobrar un nuevo aliento; la gente circula por sus calles y acude a diversos espacios de convivencia que le dan a Pachuca una vitalidad extra debida a sus habitantes… a esos “soñadores” del tema emprendedor.

Y es que Itzel sigue usando esa percepción estética que le brindó su formación primera como diseñadora gráfica, antes de formarse en la administración de restaurantes en esa gran institución que es la Universidad del Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz (en la que yo mismo estudié cultura y humanidades).

Ese sentido del goce estético le lleva a ofrecer bebidas que casi parecen un jardín entero, mientras uno se pierde en un salón que bien podría estar inserto en algún poblado francés. Itzel va esparciendo en cada habitación su peculiar sentido del color, el coleccionismo y ese afán por volver en el tiempo que tiene lo vintage.

Vuelvo a Oniria -el café- mientras la canción sigue: “Ella hace equilibrismos/ Él descubre a Fred Astaire/ Bailando en la cornisa”… ella es Itzel Cruz y él, Daniel Diáz, el experto en ese prodigioso grano que nos llena de energía e imaginación… la fantasía comienza al beber una taza, mientras los espacios se resignifican.