Desde la comodidad y complicidad que ofrecen las ciudades, aunado al inmenso beneficio que implica el contar con un lugar donde vivir, no tenemos ni idea de la inmensa cadena de atrocidades por las que pasan los migrantes; de verdad, que desde nuestra perspectiva es casi imposible imaginar siquiera las vejaciones y atropellos a los que son sometidos.
Por fortuna, existe quién pone incluso en peligro su propia vida para ejercer con arrojo, perseverancia y valentía el ejercicio de la crónica e internarse en los diferentes ambientes por lo que se mueven aquellos que deciden migrar desde Centroamérica y que requieren de asentarse en refugios improvisados y albergues durante un ir y venir en pos de llegar o volver a los Estados Unidos.
Es por ello que no puedo menos que subrayar lo impactante que resulta la lectura de Los muros de aire, escrito por Yael Weiss, a partir de una inmersión total en poblaciones como Ciudad Hidalgo, Ciudad Juárez, Tenosique, Tijuana y Reynosa, desde las que se cuenta también las penurias al atravesar la selva, cruzar los ríos y marchar a un costado del asfalto ardiente de las carreteras.
Los muros de aire y otras crónicas de frontera, editado por Debate, es un libro durísimo… no exagero si anoto que brutal; ahí está la experiencia de cruzar el Darién, una franja selvática que conecta Colombia con Panamá y que remata con La montaña de la muerte… un recorrido sembrado de delincuentes, secuestradores, serpientes venenosas y peligros geográficos que deja un senda de cadáveres que van marcando la ruta… los viajeros no tienen de otra que beber de la misma agua en la que flotan muchos cuerpos.
En todos lados les piden dinero, tienen al ejército, la policía y el crimen organizado al acecho mientras que su destino pende de un delgadísimo hilo de la buena suerte.
Se trata de cinco crónicas absolutamente conmovedoras llenas de constantes muestras de humanidad de parte de muchos de esos desposeídos viajantes que claman por un poco de seguridad, paz y comprensión antes de reanudar el camino.
Mientras las páginas del libro se van desgajando con la virulencia de rocas despeñadas, la escucha de Antimateria, el más reciente álbum de La Barranca me entrega una frase igual de impactante: “Y cada frontera/ Que logremos traspasar/ Valdrá un millar/ Y el salvoconducto/ De nuestra imaginación/ Vale un billón”.
Y es que si los migrantes se enfrentan a fronteras físicas, muchos de nosotros hemos tendido fronteras mentales para no querer saber o recordar que nuestro propio país representa un verdadero infierno para quienes transitan por él sin documentos y aferrados a la idea de que en Norteamérica podrán conseguirse un futuro, ya que de donde vienen eso es totalmente imposible.
La última de las crónicas, que lleva por título Enlodados y que ocurre en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, nos entrega una frase que se queda reverberando por mucho tiempo: “Aquí en la frontera cada quien reescribe su historia”.
Y es así que nos topamos con los movimientos de un colectivo transgénero para ser aceptados en el país de norte… sentimos la soledad del único haitiano y francoparlante en un refugio migrante chiapaneco y escuchamos las arengas políticas de un cubano que se instala en el norte mexicano y alega que es perseguido por la dictadura caribeña.
Cada uno anhela conseguir ese salvoconducto definitivo que tantísimo vale -tal como lo cantara José Manuel Aguilera-.
Allá afuera los migrantes proseguirán sus viajes y no les queda sino enfrentar a la enfermedad, el hambre, la migra y el narco; Mucho vale el recordatorio que nos hace Yael Weiss si en algo podemos contribuir para hacer de México un sitio más justo y tolerante.
Por lo pronto, Los muros de aire y otras crónicas de frontera se presentará este lunes 25 de agosto en la Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Hidalgo. La cita es a las 6 de la tarde en la sala Nicolás García de San Vicente. La entrada es libre.