Los motivos de Ferrajoli 

Son cuatro y contundente los reitera el visionario profesor italiano: calentamiento global, amenaza de catástrofe nuclear, crimen organizado y crecimiento de la desigualdad. Frente a ellos advierte el gran constitucionalista la encrucijada de la humanidad, y propone una Constitución de la Tierra, ante la impotencia de las constituciones nacionales y las cartas internacionales para resolverlos. 

Preciso en el lenguaje, certero en los planteamientos, sin estridencias y con argumentos irrebatibles, Luigi Ferrajoli desarrolla la sugerente propuesta de ese constitucionalismo global como mecanismo jurídico para evitar el riesgo de una presencia efímera de la humanidad, camino a la autodestrucción. 

La ciencia jurídica y el debate público deben, dice el filósofo del Derecho, emanciparse al derecho penal para garantizar los derechos humanos en tres problemas fundamentales: servicio sanitario global, alimentación y agua potable, violados por dos poderes salvajes: economía y política.  

Para ello propone introducir instituciones supranacionales con garantías subsidiarias a las locales. Un constitucionalismo para la tutela de los bienes naturales.  Afirma su visión internacionalista: el constitucionalismo es universal, o no lo es. 

En el inicio del abril mexicano, ante un auditorio variopinto donde hay personajes provenientes de los ambientes más diversos, desde el diplomático y la comunicación, las judicaturas federal y local,  la defensa social de los derechos humanos, el estudiantil y los organismos internacionales, el prolífico autor, octogenario, nacido en Florencia, acepta la improbabilidad de materializar su propuesta, pero no su imposibilidad. 

Insiste en una respuesta jurídica al suicidio de la humanidad: proponer soluciones desde el Derecho y replantear la política, ahora en pérdida de su dignidad, para retomar su prestigio. Llevar a los poderosos a renunciar a su miopía. Hacer entender a la igualdad como la reducción de las desigualdades y la reafirmación de las diferencias. 

En la reunión el profesor Nando de Dalla Chiesa, director de la “Cátedra Giovanni Falcone y Paolo Bersellino”, recordó la potente introducción al proyecto de Constitución de la Tierra, de su maestro:  

Nosotros los pueblos de la Tierra, que en el curso de las últimas generaciones hemos acumulado armas mortíferas capaces de destruir varias veces la humanidad, hemos devastado el medio ambiente natural y puesto en peligro, con nuestras actividades industriales, la vitalidad del planeta… 

Para reflexión la propuesta de José Antonio Araujo, presidente del Instituto Mexicano para la Justicia, A.C. convocante con la Embajada de Italia al encuentro tan cercano con Luigi Ferrajoli: 

Con toda modestia, pero también con toda la determinación del espíritu, propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de concebir y fabricar un arca de la memoria, capaz de sobrevivir al diluvio atómico. Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo, para que la nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella prevaleció el sufrimiento y prevaleció la injusticia pero que también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginar la felicidad. Y que sepa y haga saber para todos los tiempos quienes fueron los culpables de nuestro desastre, y cuan sordos se hicieron a nuestros clamores de paz para que esta fuera la mejor de las vidas posibles, y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan mezquinos la borraron del universo.