A través del tiempo, diversos organismos e instituciones se han valido del control de información para evitar brindarle a la población una de las armas más potentes y que además está inscrita en su derecho constitucional: información. Sin embargo, diversas voces comenzaron a surgir exigiendo: apertura, transparencia, participación ciudadana y sobre todo rendición de cuentas.
Este interés dio paso a que a finales de 1970 en Inglaterra se designara el concepto: “Open Goverment”, el cual de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hace referencia a una cultura de gobernanza basada en políticas públicas y prácticas innovadoras y sostenibles que se fundan a su vez en los principios de transparencia, rendición de cuentas y participación, que promueven la democracia y el crecimiento inclusivo.
Lo anterior ha permitido que diversos tópicos antes poco abordados comiencen a trascender y sean tratados constantemente, siempre con la finalidad de darles un nuevo enfoque, tal es el caso de: la integridad del sector público, la instauración de un gobierno digital, la aplicación de contrataciones abiertas, la divulgación de ingresos y gastos y la gestión de conflictos.
Hoy los ciudadanos necesitan que los gobiernos e instituciones dejen de lado la opacidad de datos y trabajen de manera conjunta con cada uno de los sectores de la sociedad, porque la defensa de la democracia requiere que la rendición de cuentas se convierta en un significativo elemento para comenzar a eliminar uno de los factores que más ha dañado a nuestra sociedad: la corrupción.
Este fenómeno ha acompañado a la sociedad desde tiempos remotos y generalmente al enfrentarlo surgen muchas preguntas, ¿cómo eliminarlo?, ¿por qué continuar pensando que el pago de sobornos es el camino? o ¿Por qué abaratar la legalidad? Es innegable que la batalla debe librarse en gran medida en el interior de las instituciones, se requiere de voluntad e integridad políticas, para identificar aquello que perjudica; lo cual sin duda requiere a la vez la visión externa, es por ello es que la participación ciudadana, la transparencia y la denuncia se convierten en los únicos caminos para en conjunto poner un freno a este terrible flagelo.
Por desgracia, no obstante de la creación de espacios para discutir el tema como la Primera reunión del Grupo de Expertos de la OCDE en Comunicación Pública o de las investigaciones como Gobierno Abierto, contexto mundial y el camino a seguir, aspectos claves; la rendición transparente de cuentas, la pauta de renunciar al secretismo y la propuesta de que los funcionarios escuchen a los ciudadanos, pero sobre todo pongan en práctica la coparticipación es demasiado optimista, e incluso aun parece poco real.
Actuemos con honestidad, respeto y ética; porque hoy más que nunca se requieren instituciones y gobiernos íntegros y comprometidos que velen más por el bienestar social que por el propio, que promuevan mecanismos para erradicar las injusticias y la corrupción, que desarrollen proyectos donde se involucre plenamente a la población, pero sobre todo que reconozcan que el trayecto aún es largo y requerirá de responsabilidad, trabajo en común y voluntad de servicio.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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