Un reporte elaborado por la consultora Integralia muestra, de forma cuantitativa, que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador enfocó sus baterías en lo que vendió durante su campaña: el combate frontal a la pobreza.
El reporte, que carece de conclusión o valoración y que sólo recopila cifras del inicio y fin del actual sexenio, hace un análisis de cuatro categorías: economía y finanzas, sociedad y desarrollo, política y gobierno, así como seguridad, justicia y derechos humanos.
El estudio es frío, aunque permite constatar cómo el discurso del tabasqueño se tradujo en dinero público. Una cifra que sobresale fue el gasto que destinó esta administración a los programas sociales. El reporte indica que el gasto en protección social, que inició con un presupuesto de 597 mil millones en 2018, terminará con 963 mil millones de pesos, lo que refleja un aumento de 61.3% durante el sexenio.
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Y dentro de esa gran bolsa destinada al gasto social, llama la atención el presupuesto que se destinó al programa Pensión para el Bienestar de Adultos Mayores, que en 2018 sumó 53 mil 190 millones de pesos, y que cerrará con una bolsa de 465 mil 49 millones de pesos, un incremento exponencial de 774.3 por ciento.
En contraste, el presupuesto anual del programa Jóvenes construyendo el futuro vio una disminución a lo largo del sexenio, pues inició en 2019 con 51 mil 825 millones de pesos y terminará con 24 mil 205 millones, lo que se traduce en una caída de 53.3 por ciento.
También resulta interesante ver lo que sucedió con los indicadores de carencias sociales. Uno de los logros que más ha presumido el presidente Andrés Manuel López Obrador fue su política de combate a la pobreza, donde según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval, pasamos de tener una población en situación de pobreza de 41.9% en 2018, a 36.3% en el 2022, lo que sin duda es un logro del tabasqueño que logró reducir el indicador 5.6 por ciento.
Aunque no puede pasar inadvertido el hecho de que la población en pobreza extrema pasó de 7% en 2018 a 7.1% al final del sexenio, situación a la que deberá enfocarse la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, quien ha adelantado que continuará con la política social actual.
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En el ramo de economía y finanzas, López Obrador entregará cifras que muchos escépticos de la 4T no esperaban. La tasa de desocupación en julio de 2024 fue de 2.7%, mientras que cuando llegó al poder era de 3.6%. La población económicamente activa creció 9.8% durante su sexenio. Pasó de 55.5 millones de personas a 60.9 millones en el segundo trimestre del año en curso.
La sorpresa fue lo que pasó con el salario mínimo, que tuvo un crecimiento de 121.9%. Arrancó en 85.77 pesos en 2018 y cerró en 190.29 pesos en julio pasado, sin que hubiera una espiral inflacionaria como decía el mito propagado por empresarios y políticos durante sexenios pasados. Y hablando de inflación, ésta registró una tasa de 4.99% en agosto pasado, mientras que en 2018 fue de 4.83, a pesar de que venimos de un periodo de intensa presión luego de que se rompieron las cadenas de suministro durante la pandemia.
Otro dato económico sobresaliente es la cotización del peso frente al dólar estadounidense, que el 30 de agosto tuvo un valor de 19.8, mientras que en diciembre de 2018 cerró en 19.7. Una bofetada para los agoreros del desastre.
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No todo es miel sobre hojuelas, quizá donde más queda a deber López Obrador es en materia de salud. La población afiliada a servicios de salud cayó de 82.7% en 2017 a 73.5% en 2020. La población con carencias por acceso a los servicios de salud (Coneval) creció de 16.2% a 39.1por ciento.
En seguridad queda un sabor agridulce, pues los homicidios dolosos registraron una caída de 23.2%. En 2018 hubo 16.8 millones, mientras que en 2024 la cifra llegó a 12.9. Pero creció la extorsión 36.8%. También el narcomenudeo, que pasó de 33.5 a 47 (tasa de delitos por cada 100 mil habitantes).
Andrés Manuel López Obrador, el primer presidente que se asume de izquierda, llega a su fin con un balance de claroscuros, aunque con un claro apoyo popular que le permitirá a su sucesora mantener una misma política, al menos en el aspecto social.