Contra todo pronóstico, el amor por el deporte fue el lenguaje con el que Laura Vargas emprendió sus propósitos como entrenadora, fomentando entre la juventud la pasión y compromiso por todas las disciplinas deportivas.
Desde su infancia, fue una parte importante en su formación pese a no contar con más espacios deportivos que la escuela, actividad que permitiría disfrutar del sentimiento que proporciona la competitividad.
“Un momento muy fuerte fue cuando falleció mi papá, yo tenía 10 años, a partir de ese accidente perdí motivación; continué la secundaria por cumplir, pero no tenía un propósito hasta que en alguna ocasión nos invitaron a jugar futbol contra el equipo de la Prepa No. 2, una alineación muy buena que provocó en mí el deseo de estudiar ahí para jugar futbol”, recuerda.
Sin embargo, ya como estudiante de preparatoria no se tenía un equipo hasta que lo integró junto con más compañeras, sin poder continuar debido a la falta de instalaciones por la inundación en Tulancingo.
“Pese a todo hicimos un equipo fuerte y tratamos de jugar en otros espacios, así comencé a jugar futbol y poco a poco en el atletismo con el impulso de profesores, pensando ya en un futuro no tan lejano”.
El comienzo de su carrera profesional se dio en la ingeniería agroindustrial, en el Instituto de Ciencias Agropecuarias, dando continuación a su gusto por los deportes en los equipos de atletismo de la universidad, específicamente en las disciplinas de lanzamiento de jabalina, bala y disco, 100, 200 y 400 metros, legando a su generación medallas nacionales.
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“La carrera como tal no era mi pasión como lo vivían mis compañeros, no me sentía feliz. Cuando nos hacen entrega de reconocimiento un profesor me invitó a considerar otra profesión, entendí el mensaje y me salí al cuarto semestre, entonces busqué opciones mientras trabajaba en el restaurante de mi mamá”.
Mientras aplicaba en carreras como medicina, derecho, psicología y comunicación, formaba parte de equipos de futbol soccer en Santiago Tulantepec y Tulancingo, hasta encontrar la licenciatura de cultura física.
“Desconocía esa carrera, no me veía como entrenadora o maestra, se me hacía increíble que algo así pudiera ser, pero estaba consciente de que no podría jugar toda la vida, así que apliqué a la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, sin éxito”.
Sin quitar el dedo del renglón le llega la invitación para integrarse a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla para ingresar en la quinta generación de la Facultad de Cultura Física, descubriendo otras aristas del mundo deportivo.
Formó parte de la selección de futbol rápido, atletismo y tochito bandera; asimismo, buscando la oportunidad de contar con una beca, se incorporó al grupo de investigadores, dejando al tiempo su preparación física, ocasionándole una afectación en su salud.
“Prácticamente de la nada me retiro del deporte para enfocarme en mi profesión, y al no realizar un proceso de desentrenamiento mi cuerpo resintió el cambio de ritmo y a los cuatro meses sufro un preinfarto, por lo que perdí movilidad y tuve que dejar el alto rendimiento”.
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También es para mujeres
En su deseo por compartir su conocimiento, dirigió su carga de trabajo a la formación de nuevos talentos en escuelas de la región, destacando en el deporte adaptado en Acaxochitlán, con miras a un proyecto personal más complejo.
“Ya en Tulancingo formo mi equipo de futbol para participar en partidos amistosos, etapa en la que tuve que enfrentar el machismo dentro de las canchas al recibir comentarios como ‘qué sabe una mujer de futbol’ o ‘la mujer que se dedique a otra cosa, pero no a un deporte de hombres’, y a hacer de menos mi preparación profesional, obstaculizando el desempeño de mi equipo. No era fácil aceptar que los hombres vieran a una mujer dirigiendo a un equipo que da resultados. Costó mucho trabajo”.
Deportivo Vargas
Un proyecto de vida que se ha visto consolidado inició como curso de verano hace 13 años, el Deportivo Vargas, dando continuación al propósito de fomentar la cultura deportiva entre la juventud en su comunidad natal Santa María Asunción.
“El deporte cambia nuestra forma de percibir el mundo, se vuelve un estilo de vida, así que yo invito a niños, jóvenes y adultos a involucrarse en cualquier área y disciplina deportiva, que se den la oportunidad de participar en una actividad que es benéfica para la vida”.
Laura afirma que cada final y logro deja una experiencia única, pero obtener el respeto y cariño de los alumnos es la gratificación más grande que puede dar la docencia.
“Lo que se haga tiene que ser con pasión, porque así se dan los resultados. Creo también que es indispensable tener presente todo el esmero y dedicación de la familia y mi trabajo es muestra de ello. Mi mamá es una gran mujer… de carácter, quien hizo lo posible por sacarnos adelante, demostrando que, cuando se quieren las cosas, no hay imposibles”.
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