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¡En una guerra definitivamente nunca hay ganadores! Más allá de que siempre hay un bando que logra sus fines y otro que al final de la batalla tiene que ceder en sus intereses, los estragos materiales y económicos, pero sobre todo las vidas que cobra y las que termina afectando no le dan objeto ni justificación alguna de ser. Hoy en día vivimos un conflicto armado entre dos países de Europa oriental: Rusia y Ucrania, que mantiene en tensión al resto del mundo, y que impacta en diversos ámbitos: el político, el económico, el de seguridad, etc. y aunque por supuesto es de menor relevancia: el deportivo no se libra de verse afectado.
El deporte competitivo en sus diversas disciplinas, incluso mucho tiempo antes de volverse profesional, ha servido durante muchos años para establecer y regular de una manera idealmente pacífica relaciones de dominio, sumisión y sublevación entre personas, familias, vecindarios, pueblos, e incluso países; sin embargo, es un hecho que más allá de quién gane, el espíritu del deportivismo es el que pone de manifiesto lo mejor de la voluntad humana, por lo que hoy analizaremos qué consecuencias ha traído al deporte.
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Uno de las primeras reprimendas que sufrió el deporte ruso fue dada por la FIFA, al impedir la participación de las selecciones de futbol rusas en cualquier competencia, entre ellas la reclasificación europea a disputarse en próximas semanas rumbo al Mundial de Qatar 2022, luego de que la Selección de Polonia se negara a jugar su duelo de eliminación directa, por lo que los otros contrincantes de la llave: República Checa y Suecia tampoco enfrentarán a los rusos.
La final de la Champions League, que estaba programada para disputarse en San Petersburgo fue reubicada por la UEFA para disputarse en París tras el inicio de las hostilidades por parte de Rusia en Ucrania. Así mismo, la Premier League instó al magnate de los negocios y amigo personal de Vladimir Putin: Roman Abramovich a vender al Chelsea, como una medida previsoria de que el gobierno británico congele las cuentas de él y otros empresarios rusos.
El Comité Olímpico Internacional tomó una decisión radical, aún de que normalmente se mantiene al margen de conflictos políticos y de guerra, pues luego de la invasión rusa Ucrania, y a solo un día de la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos de Invierno de Beijing 2022 prohibió a los atletas del Comité Olímpico Ruso y Bielorrusia que compitieran en esta edición.
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La Fórmula 1 no es la excepción, pues más allá de que tras el inicio de la guerra decidiera suspender el Gran Premio de Rusia a celebrarse en el Circuito de Sochi, la máxima categoría del automovilismo internacional decidió rescindir el contrato que tenía con la Federación de Automovilismo Rusa que extendía su relación hasta el 2025.
En un tema de menor relevancia en lo deportivo pero con mayor trascendencia política, la Federación Internacional de Taekwondo retiró a Putin su cinturón negro honorífico como respuesta a la ofensiva rusa en Ucrania a través de un comunicado que expresa la naturaleza pacifista de esta disciplina.
Estos son solo algunos ejemplos de las repercusiones que el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania han traído al mundo del deporte, pero queridos lectores de ‘Epopeyas… de hidalgos, heroínas y otras gestas deportivas’, no les parece que más allá de eso, se encuentran las nefastas consecuencias que ha traído a la vida y tranquilidad no solo de los atletas de aquellos países, sino a todos los civiles que se han visto afectados, y a toda la humanidad que imploramos porque esta guerra no cobre más vidas.
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