Sin escrúpulos durante el proceso electoral que ingresa a su etapa de desahogo en los tribunales apreciamos la más sucia de todas las guerras y campañas de que se tenga memoria en las últimas cuatro décadas utilizando para ello la masa de medios de redes sociales, donde basta una cuenta falsa y financiamiento temporal para desprestigiar con o sin éxito a los enemigos políticos.
En todo esto las encuestas mentirosas fue lo más suave de las herramientas electoreras, por habría que hacer una investigación para determinar cuántas informaciones falsas y de desprestigio aparecieron en la Internet con decenas de portales “periodísticos” falsos y granjas de bots para tratar de influir en la percepción del electorado, además de distribuirse a través de mensajería en telefonía móvil.
Ante el nivel de falsa información, las campañas instrumentadas décadas atrás atribuidas a personajes como Octavio Soto Martínez, quedan en nivel de parvulitos en comparación a la invasión a la privacidad de muchos de los actores, cuya producción hacen voltear o sospechar de personajes como Rubén Moreira y Gerardo Sosa Castelán, que por cierto tuvieron acuerdos en lo oscurito en el bunker de Valle de Cáceres en San Javier.
Nadie de los personajes centrales escapó de esta guerra sucia, a la que se incorporó esta vez la victimización del ex rector Humberto Veras Godoy que acusó la instalación de un localizador en su vehículo o la grabación de un robo a la Casa de Campaña de Damián Sosa Castelán, lo que es inverosímil por los antecedentes históricos.
Baste recordar que en los ochentas Carlos Herrera Carrera, hijo del ex rector Carlos Herrera Ordoñez desde su automóvil con equipó sofisticado intervenía comunicaciones de palacio de gobierno, para su tutor Gerardo Sosa enfrentado con el gobernador Adolfo Lugo Verduzco y que, por ese motivo, fue detenido en su casa en el fraccionamiento Constitución, en donde se había escondido dentro de un tinaco para agua.
Candidatos oficialistas y opositores sufrieron de estas campañas que alcanzaron al gobernador del estado, que deben ser consideradas en futuras reformas a la legislación electoral y donde debe intervenir la policía cibernética, porque en este proceso no se sabe quién hizo más daño a la democracia: las guerras sucias o la ineficacia e ineptitud del Instituto Estatal Electoral del Estado de Hidalgo (IEEH).
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