Simón Vargas

La trascendencia de los jóvenes actualmente

“Jóvenes juéguense la vida por grandes ideales (…) no hemos sido elegidos por el Señor para las cosas pequeñas, vayan siempre más allá, hacia las grandes cosas.”

Papa Francisco

A pesar de la distribución por edad, hasta el momento no existe una definición exacta del grupo que comprende el término “juventud”; con fines estadísticos la ONU ha establecido a los jóvenes como aquellas personas entre los 15 y 24 años, aunque muchos países y organizaciones marcan las edades partiendo del punto en que son tratados como adultos frente a la ley, lo que se conoce como “mayoría de edad” y terminando en los 29 años.

A pesar de la diferencia en el establecimiento del rango de edades, con el paso de los años la juventud ha marcado notables diferencias en todos los ámbitos de la sociedad, pero sobre todo en aquellos relacionados con tecnología, educación, igualdad de oportunidades o protección del planeta y recursos naturales.

Es difícil calcular el tamaño de este tan importante segmento poblacional, sin embargo, de acuerdo a información presentada por la ONU, se tiene un censo aproximado de 1,800 millones de jóvenes entre los 10 y 24 años de edad en el mundo, siendo esta la población juvenil más grande de la historia; y por su parte, el (INEGI), estableció que en México hay 30.7 millones de jóvenes de 15 a 29 años, lo que representa el 24.6% del total de habitantes, casi un cuarto de la población total del país. Las cifras son irrefutables, no sólo en México sino en el mundo entero, los jóvenes se han convertido en sinónimo de progreso, desarrollo y crecimiento.

Desafortunadamente, a pesar de los esfuerzos y del adelanto tecnológico, la desigualdad, la incertidumbre, la violencia y la pobreza, entre muchos otros problemas, continúan siendo un terrible flagelo para nuestra sociedad, es por ello que hoy más que nunca la participación activa y responsable de los jóvenes es muy necesaria.

¿Qué podría significar su intervención activa? y ¿Cuál sería el cambio que pueden lograr? Para dar respuesta a estas interrogantes basta observar el pasado; recordemos las protestas contra la Guerra de Vietnam en Estados Unidos entre 1963 y 1975; los movimientos sociales de 1968; las protestas contra la segregación en las escuelas en Arkansas; y más recientemente, el movimiento global: Juventud por el clima, donde millones se han puesto en marcha para salvar nuestro planeta, buscando la disminución de la contaminación y censurando el consumo irresponsable de recursos naturales.

Actualmente han roto con patrones y estereotipos arraigados desde hace años y que no por seguir presentes se traducían necesariamente en un avance social, de forma sorpresiva, los jóvenes nos han devuelto un poco la esperanza, nos han hecho retomar la solidaridad, la compasión y la empatía, elementos que son cada vez más necesarios en un mundo donde el descontento, la intranquilidad y el temor a la violencia, aunados al poco crecimiento de la economía mundial, las desigualdades sociales y la aparente indiferencia han fracturado terriblemente el tejido social.

Estoy convencido hoy más que nunca que su participación económica, política, cultural y social, aunada al trabajo en conjunto bajo un esquema de responsabilidad compartida permitirán analizar los problemas y hacerles frente con soluciones que tengan como objetivo la paz, la seguridad, la estabilidad, la gobernabilidad y el desarrollo.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.

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