Dice el viejo refrán que “quien no oye consejo, no llega a viejo” y quizá está máxima pueda servir para quienes actualmente llevan las riendas de Morena en la entidad.
Se entiende la complejidad de elegir a unos cuantos perfiles para llevarlos a las elecciones que tendrán lugar el próximo 2 de junio, pero justo porque es un proceso crucial para la credibilidad del partido, sus líderes deberían ser escrupulosos en la selección de sus aspirantes.
El pasado lunes Morena difundió sus listas de candidatos para la elección de ayuntamientos en medio de protestas de quienes se asumen fundadores del partido y de militantes inconformes de diversos municipios. Argumentan “imposiciones” en las candidaturas, pero también señalan que hay aspirantes que incluso son investigados por algunos delitos.
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Por ejemplo, en la manifestación del pasado 18 de marzo ante el comité estatal, representantes de localidades del Cardonal denunciaron que la candidata a la alcaldía, Lucero Ambrosio Cruz, cuenta con una carpeta de investigación por el delito de abuso de autoridad.
En ese mismo acto de protesta, morenistas de Santiago de Anaya señalaron que Yolanda Bernal sale mejor en las encuestas (20 puntos arriba) que Danay Ángeles Hernández, quien finalmente fue electa candidata.
Y este jueves 21 de marzo, Tonatiuh Herrera, quien buscaba la candidatura para la alcaldía de Pachuca, llamó a sus simpatizantes y a la ciudadanía a “discutir y plantear un plan de acción que nos permita transitar a la democracia y a la justicia social en nuestro estado”, durante un acto de resistencia en un salón de fiestas de Pachuca.
El comunicado que dio a conocer el pasado 19 de marzo el dirigente estatal morenista, Marco Rico Mercado, frente a los reclamos de la militancia, se quedó corto frente al descontento de diversos sectores del partido guinda.
El decir que el proceso de selección fue democrático y que los perfiles fueron designados “con base en su liderazgo y la medición de la opinión pública”, sin decir qué estudios demoscópicos llevaron a cabo, no fue suficiente para acallar las manifestaciones de inconformidad.
Tampoco sirvió de mucho argüir que quienes no fueron seleccionados “seguirán participando en distintos espacios” y el sostener que la selección de candidaturas se llevó a cabo escuchando “la voz del pueblo” no ofrece claridad ni es un argumento que abone a la transparencia, porque los mismos militantes expresaron que las reuniones para sacar perfiles con base en consensos no fueron respetadas.
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Mientras los procesos de selección de las candidaturas sigan siendo opacos, Morena y los demás partidos seguirán repitiendo la misma historia durante cada proceso electoral. Aunque sea un partido joven, Morena debe trabajar para construir una metodología de selección de aspirantes que no deje lugar a dudas y que no sea maleable, como ocurrió en esta ocasión.
Si van a presentar encuestas, que respeten esa política desde el principio y hasta el final. Sin van a llevar a cabo reuniones entre aspirantes para llegar a acuerdos, entonces que opten por esa opción, pero que lo hagan con reglas claras. Ahí están los puntos donde los liderazgos de Morena deben trabajar para que en el futuro no volvamos a ver lo que hoy está pasando: una rebelión de las bases morenistas frente a las decisiones de las dirigencias estatal y nacional.