Ante una época marcada por el incremento de la violencia y de la inseguridad, el ejercicio del voto y la participación responsable se convierten en instrumentos que pueden transformarse en puntos de inflexión para permitirnos como ciudadanos exigir a los servidores públicos aquello que prometieron en campaña.
Y es que no podemos negar que la política y las ideologías han dado un giro de 180°, es necesario dejar de lado las actitudes pasivas que consideran que los problemas tienen que ser abordados y resueltos por el prójimo, para entender que al no actuar somos cómplices de las injusticias que indiferentes solo miramos pasar.
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Recuerdo una frase atribuida al pastor y activista Martin Luther King: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos” y es que es cierto, la indiferencia no puede continuar frenándonos, hoy es necesario reestructurar la responsabilidad social y además impulsar en niñas, niños y jóvenes la participación familiar y comunitaria, sin descuidar su formación integral.
Pareciera un tema de poca importancia, sin embargo, la participación y la responsabilidad política son temas que deben abordarse con seriedad y no solo cuando se trata de votar sino en todo momento. Vivimos una situación sin precedente, las medidas instauradas por la propagación del virus SARS-CoV-2 llegaron de manera inesperada y alarmante, lo que provocó que hubiera cierres y recortes de personal en algunas empresas y que a nivel gubernamental se tuviera una caída considerable en la recaudación de dinero, lo que ha conllevado una disminución en la obra pública y en el desarrollo de políticas; que a largo plazo puede convertirse en un detonante de conflictos sociales.
Ante el cambio generacional se debe eliminar la creencia de que la participación es una pérdida de tiempo, porque es justo ésta la que nos permite continuar trabajando en el crecimiento de la democracia.
De acuerdo a datos de la Participación ciudadana en los asuntos públicos: un elemento estratégico para la Agenda 2030 y el gobierno abierto emitido por la Comisión Económica para América Latina y Caribe esta es una época de contradicciones profundas, en la cual por un lado se identifica un vacío institucional y una falta de liderazgos públicos, que resuelvan con rapidez y eficacia los problemas que aquejan a la sociedad; y por otro emerge en paralelo, una sociedad activa, informada, con una alta propensión a la movilización colectiva y desplegando nuevos patrones de conflictividad.
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El documento, menciona dos desafíos relevantes: 1) “No hacer más de lo mismo” y 2) “No dejar a nadie atrás”; el primero, como su nombre lo indica, apela a la creatividad, al sentido de realidad y de urgencia en temas vinculados al desarrollo y el segundo lo que busca es incluir a todos y todas garantizando el acceso a sus derechos.
Es necesario que la democracia sea considerada como una meta a alcanzarse todos los días, la cual tiene que basarse en la participación social con responsabilidad y voluntad; en la búsqueda de perfiles de servidores públicos profesionales y con vocación; en retomar temas y consolidar la participación de las mujeres sin violencia de género; pero sobre todo, preguntarnos, ¿qué hemos dejado de hacer?, ¿qué significa ser ciudadano? Y ¿de qué forma podemos fomentar nuestro amor y patriotismo?
Los gobiernos tienen que entender que diversas cosas han cambiado y que nuevas ideas y paradigmas han comenzado a instaurarse, pero la población, también tiene que comprender que los líderes están ahí por decisión del pueblo y para el pueblo. Todo es un trabajo conjunto.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política, Religión y Educación.
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