La otra cara de los ECOSIG

Cuando hablamos de Esfuerzos para Cambiar la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG), también conocidas como “terapias de conversión”, la primera imagen que se nos viene a la mente es justo la de los anexos, iglesias, consultorios. No es errónea esa percepción, estos lugares que dicen ser una opción para la rehabilitación, el cuidado de la salud mental, reconexión espiritual existen y violentan. 

Pero hemos dejado de lado la otra cara de los ECOSIG, que es la violencia a veces muy velada que las personas LGBTIQANB+ somos objeto en los hogares. Llegar a un anexo, granja, clínica, implicó una trayectoria de violencia familiar. 

Desde prohibiciones como cortarse o dejarse largo el cabello, no juntarse con ciertas personas, no hablar o comportarse de cierto modo, hasta agresiones físicas y sexuales. También se han presentado casos en los que las personas son minadas psicológica y emocionalmente, a tal punto de presentarlas como enfermas, trastornadas e incapaces de hacerse cargo de sí mismas. Les agresores buscan limitar de cualquier herramienta a las víctimas para evitar su escape y desgraciadamente, el lugar donde tendríamos que sentirnos seguros, en el que confiamos se convierte en el lugar más peligroso para nuestra vida. 

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¿Usted ha tenido pesadillas sobre ir caminando por la calle, ser raptado y aparecer en una clínica? ¿Estar en su cuarto, que alguien entre a su cuarto y le lleve de su hogar? ¿Estar medicadx y no poder tomar decisiones por si misme y que le repitan una y otra vez que esto es porque quién es “está mal”? 

Me imagino que no, pero es una realidad que muchísimas personas LGBTIQANB+ enfrentan a diario, cuando sus propios agresores son sus familiares. 

La homolesbitransnbfobia agrede, daña, vulnera, mata. 

Nosotras, nosotres y nosotros no tendríamos que vivir con miedo.  Y aunque se están dando esfuerzos legales para reconocernos y brindarnos herramientas para la defensa, para muches no serán suficientes. 

El estado tiene una gran labor en implementar medidas de protección, de cuidado, de cambio social y cultural para erradicar toda forma de violencia hacia las personas LGBTIQANB+ . Crear espacios no punitivos de rehabilitación para aquellos que por creencias ven en nosotres en un mal, una enfermedad y protegernos.

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Que los ECOSIG sean un delito es insuficiente, cuando no hay una verdadera reparación del daño y principalmente medidas que garanticen la rehabilitación de las personas que agreden. 

Hay esperanza. Durante el tiempo que he colaborado en Casa Frida, Refugio LGBT, he visto historias de reparación y rehabilitación, que han logrado incluso una reunificación familiar y otras de construcción de redes familiares elegidas que se convierten en fortalezas ante la violencia. 

Requiere paciencia, cuidado, sanación y muchísimo esfuerzo pero a eso tenemos que apostar.