La Lupita y La Cuca energía para los oídos 

Marcaban las 21:30 de la noche una pantalla mostraba relámpagos, vientos y lluvia, era una tormenta, y eso fue lo que pasó en La Maraka cuando La Lupita y La Cuca subieron al escenario para “arrasar” musicalmente con los recuerdos de varios cuarentones y cincuentones que se reunieron para recordar esa juventud que se resiste a alejarse y olvidarse. 

¿Cuándo pasaron tantos años? Se preguntaba Moni al ver que varias personas de su generación entraban al recinto de la Narvarte que durante casi las tres horas que duró la presentación de estas dos bandas íconos del rock mexicano no dejaron de cantar y brincar. 

Foto: Alan Luna

“¡Saaaalud a toooodos! Mañana seguro varios de nosotros en el fondo de nuestro corazón vamos a decir: ¡Ay que pinche cruda!”, aseguró Héctor Quijada, vocalista de La Lupita, banda que abrió la noche y la pre, preposada como así la nombró. 

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Y con “No quiero”; la banda nacida en la Ciudad de México dio inicio con el vendaval musical que fue de menos a más, mucho más. 

Los acordes de Cri-Cri dieron paso a “El Camello”, rola que subió un poco los ánimos de los presentes en La Maraka, viejos fans quienes recordaron sus noches de desmadre, alcohol y rock en español. 

“Banda rockera buenas noches, nosotros somos La Lupita”, dijo Quijada para que inmediatamente dar paso a “No veo”, rola que según la banda no escogió para que fuera un sencillo, pero que México la colocó como uno de sus éxitos y así lo demostraron, ya que el coro de “chicas, chicos y chiques” presentes lo demostraron. 

Y con “Maldito Amor”, que sí fue sencillo, La Lupita ya tenía a la banda más que en el bolsillo.  

Quijada subió muy abrigado, pero como se iba moviendo y el calor humano intensificando, se fue quitando las prendas de a poquito a poquito, y jugando con eso dio paso a “Del ombligo al amor”.  

En “El Funeral del Payaso” la pantalla gigante mostró rostros de expresidentes mexicanos como Carlos Salinas de Gortari, José López Portillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Luis Echeverría y Ernesto Zedillo, los cuales fueron recordados por medio de sus progenitoras, ya que todos sufrieron en sus sexenios. 

Canción profética, que se desprende del disco Caramelo Macizo sonó y con “Antena”, la banda habló de la tecnología y cómo la gente ahora vive conectada. 

“Supersónico”, puso a bailar a todos “sólo los jóvenes, los rucos absténgase”, lanzó como advertencia el vocalista, mientras unas sonoras carcajadas se escucharon en el lugar y es que, de eso, juventud, no hubo este sábado. 

Para los cachondos ofrecieron, “Mente Caliente” y con “La Perla” recordaron ese lugar liberal que hay en el Centro Histórico, donde todas, todos y todes se pueden divertir sin problemas. 

Con “Arre” le pusieron el ritmo norteñón a La Maraka, pero con “Gavilán o Paloma”, el espíritu del Príncipe de la Canción, José José, bajó y nadie en el recinto de la Narvarte dejó de cantarla.  

Con “Ja, Ja, Ja” reventaron el lugar, su primer éxito donde las puertas de la popularidad se le abrieron a La Lupita y para ese tiempo la tormenta musical ya estaba a tope. 

Con la imagen de la bandera de México, la banda entonó el éxito de Los Tigres del Norte, “Contrabando y Traición”, rola que recordó Quijada en entrevista para La Jornada Estado de México, que al no tener un repertorio amplio en uno de sus primeros conciertos tuvieron que improvisar. 

Así que se detuvieron en una parada en la carretera que los llevaba a Guadalajara y ahí compraron un disco de los norteños y esa canción fue la que escogieron y que pronto se convirtió en una de sus grandes rolas. 

Foto: Alan Luna

Ya la gente entregó el alma al dios del rock en español y bailando y cantando con “Paquita Disco”, la polilla se alzaba, como los cientos de celulares que registraban cada uno de los acordes de la banda liderada también por el gran Lino Nava.  

La Lupita recordó a agrupaciones como La Cuca, La Maldita Vecindad, Molotov, Zoé y a todas las bandas mexicanas que junto a ellos hicieron historia en el rock en español. 

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“De Iztapalapa para el mundo, en el bajo, Roberto Palomo, en la batería directamente de la Narvarte, El Niño Make, de Playa Vicente, Veracruz, en los teclados Erik García. 

Por su puesto la guitarra del emblemático Lino Nava fue el más aclamado por su forma de tocar y su lucha por vivir, él sin duda, es el corazón de La Lupita que junto con Héctor Quijada removieron como un temporal recuerdos de cientos. 

Una vez que se despidieron de su público, el DJ del lugar se propuso en mantener los ánimos elevados y en el sonido se escuchaba Caifanes, Café Tacvba, Celso Piña y hasta Maná. 

Y cuando dieron las 23:08 horas las luces se apagaron y La Cuca subió al escenario del recinto que cambió de giro y de tropical evolucionó, después de la pandemia, al rock y al pop, pero sin dejar su esencia guapachosa. 

Y abrieron rudos con “Pornoblattea”, José Fors y Alex Otaola, a lado de Carlos Avilés y Nacho González cambiaron el sentido de la tormenta y como un huracán llegaron a imponer su ley. 

“Qué chingaos” puso a brincar a los rockeros mexicanos. Al igual que con “Lulú”. 

“Todo con exceso” La Cuca iba creciendo en intensidad hasta reventar gargantas. Y es que el sonido de la banda a la llegada de Otaola en la guitarra tomó un sonido impresionantemente pesado.  

Con “Don Goyo”, Fors recordó que durante 33 años le siguen chingando y así, Fors y compañía entonaron “No me Digas que no”. 

Foto: Alan Luna

“Necesito Cirugía”, “Caperucita Roja”, sonaron, pero en esta ocasión no hubo slam ni empujones a lo mejor fue por lo reducido del lugar o porque ya a una avanzada edad, cualquier raspón se convierte en chipote.  

“Acariciando”, “Mátame Antes”, “Gordibuena”, “Mujer Cucaracha”, “El Moralizador”, entre otras pusieron a brincar a todos, quienes pusieron el pecho a la tormenta musical y que seguro provocaron que varios tuvieran que sacar las pomadas al siguiente día para los dolores musculares.