La llama que no se apaga: las movilizaciones estudiantiles

Las universidades son espacios sumamente relevantes para nuestro país, ahí se forman (o deforman) las generaciones que construirán los contextos del futuro. Las idealizamos porque pensamos que ahí es donde les adolescentes se transforman en jóvenes a quienes finalmente se les reconoce su autonomía y se respeta su libertad de pensamiento.

Algo muy lejos de la realidad como lo han demostrado les estudiantes de la UAEH y el Tec de Pachuca que desde hace un par de semanas están en paro. El origen de sus demandas es legítimo: están hartes de no ser escuchades, de la violencia institucional y la imposición de maestres y directives que lejos están de cumplir con los valores universitarios.

Se escuchan rumores y conspiraciones sobre que ha motivado a las protestas, pero debemos tener claro que sus inicios son legítimos y más bien políticos, partidos, gente en puestos de poder y organizaciones civiles son quienes están subiéndose a ese barco para capitalizarlo a sus agendas políticas. Miserables, pues.

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En el caso de la UAEH las cosas se les salieron de las manos. Algo que pudo haberse resuelto con la destitución de la directora del IDA terminó en uno de los momentos más oscuros de la historia de nuestro estado con una represión hacia les universitaries y sus familiares orquestada por personal de la institución y la siempre turbia Sociedad de Alumnos, que al día de hoy ya les alumnes han desconocido.

Por este acto de violencia lo que corresponde y podría mejorar la imagen de sus autoridades es la renuncia inmediata del rector, situación que hasta el momento de la redacción de esta columna no ha sucedido. Es lo mínimo que debería de hacer y también queda pendiente resolver que sucederá con la sociedad de alumnos que históricamente (la antes conocida FEUH) se ha empleado como un brazo de las autoridades universitarias para realizar una serie de abusos.

Por el otro lado tenemos al paro del Tec de Pachuca, en la cual les alumnes también están exigiendo la destitución del director por ocupar las instalaciones para sus fiestas y otros abusos hacia la comunidad estudiantil. Lo más curioso de esto es que al parecer es algo que sucede a menudo, porque hace apenas una semana les estudiantes del Tec de Saltillo lograron la destitución de su directora luego de que ella prestará las instalaciones para ser usadas durante la presentación del Grupo Frontera.

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También no olvidemos que unas semanas antes los estudiantes del Mexe protestaban ante la SEPH para que ya les dieran sus instalaciones, cosa que a la fecha no ha sucedido.

Apenas el lunes conmemoramos 55 años de la masacre de Tlatelolco, un evento que nos ha marcado para siempre como sociedad y que influye de una manera impresionante en las generaciones de estudiantes del país. La llama que encendieron hace 55 años sigue viva en cada estudiante aunque las autoridades (universitarias y de gobierno) han intentado apagar en múltiples ocasiones, como por ejemplo con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa que se dio justo en el marco de los preparativos para que pudieran asistir a la marcha del 2 de octubre en la Ciudad de México y por la cual pudimos constatar que para el gobierno es importante infiltrarse en los movimientos estudiantiles para evitar ser cuestionades.

La generación que hoy protesta en Hidalgo está haciendo justicia a la generación que en 2012 intentó hacer paro en la UAEH motivados por el hartazgo y que fueron reprimidos. Esta nueva generación de estas instituciones universitarias está transformando y llenando de esperanza a nuestro estado.