Por Navor Rojas
Es innegable que uno de los dos temas pendientes que dejo el Presidente Andrés Manuel López Obrador es la inseguridad, el otro tiene que ver con la corrupción que aunque fue atacada de manera frontal, aún vive con fuerza en determinados renglones del poder judicial y del mismo ejecutivo.
Cuando era estudiante en Ciencias Políticas de la UNAM conocí de un estudio que ya hablaba de nexos del narcotráfico con las estructuras del poder, en ese entonces se escribía ya de Arturo el “Negro” Durazo, quien paso de ser inspector de tránsito a comandante de la Dirección Federal de Seguridad y luego a primer comandante de la Policía Judicial Federal; como director del aeropuerto de la Ciudad de México cobraba por la entrada de tráfico de drogas y protegía a los narcotraficantes, fue también director de policía del entonces departamento del Distrito Federal; autoridades de Estados Unidos le iniciaron proceso en Miami pero su amigo Presidente detuvo todo en su contra.
El “negro” Durazo construyó grandes mansiones como el Partenón en las costas de Zihuatanejo y una mansión en el Ajusco, entre otras. El crimen organizado empezó a financiar campañas políticas y dar ostentosos regalos a artistas de la época y a periodistas; era tal la fuerza y capacidad de extorsión de este personaje que llegó a ser considerado funcionario del año en 1980 y precandidato a Gobernador por su estado natal, Sonora; cabe mencionar que el Presidente Miguel de la Madrid le encarceló pero lo dejaron salir al poco tiempo por “buena conducta”.
Lo anterior describe que la inseguridad que hoy vivimos no se da por generación espontánea en seis años y que por arte de magia no se puede acabar con ella. Hoy el narcotráfico tiene carcomida la estructura social, familiar e incluso política. Hay una frase que se le atribuye a Porfirio Díaz …”Pobre de México tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
El consumidor más grande de drogas en el mundo y por tanto quien mas compra es nuestro vecino del norte, según estudios de aquel país su economía se basa en la venta de armas y en las adicciones. Nuestro país es un paso obligado por su cercanía, el trasiego ha hecho fuertes en todos los sentidos a distintos carteles, así han sido extraditados y encarcelados sus lideres más buscados; pero en lo personal pregunto… ¿Cuántos grandes vendedores de droga en aquel país están encarcelados? ¿Cuántos grandes narcotraficantes son exhibidos y llevan un proceso jurídico?
En los años veintes del siglo XX estaban las grandes mafias, los grandes capos, muchos de origen europeo particularmente italianos que traficaban alcohol, las calles de las grandes ciudades sobre todo Chicago y New York estaba cubiertas de sangre; cuenta la historia que era algo muy parecido a lo que vivimos actualmente, en México el terror se acabó cuando el alcohol y el consumo se legalizo, habría que ver la posibilidad de legalizar en nuestro país no sólo el consumo también el trasiego para que Estados Unidos tenga que verse en la necesidad de hacer lo mismo, por cierto en lo referente a la marihuana se quedó detenido en la Comisión de Justicia en nuestro Senado.
Es un hecho que el crimen organizado si lo está, tienen mejores armas por cierto todas ellas provenientes de Estados Unidos y datan del sexenio de Felipe Calderón con el plan “rápido y furioso” que a todas luces lo que se busco fue armar a los narcotraficantes, no podemos olvidar a Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública de 2006 a 2012 quien también tuvo lazos con el narcotráfico y hoy sentenciado en el vecino del norte. El presidente Andrés Manuel López Obrador implementó una política de seguridad de “abrazos y no balazos” lo que busco atacar las causas como la pobreza y debo decir que no funciono, repito es una cuenta pendiente y no se puede tapar el sol con un dedo, la Guardia Nacional ya debe empezar a rendir frutos, de nada sirve subir en el ranking como una de los mejores economías del mundo y que los programas sociales hayan sacado a casi 9 millones de mexicanos de la pobreza extrema, si andamos todos los días con el Jesús en la boca por nuestras familias y por todos los mexicanos.
No podemos eximir a los gobernadores, presidentes municipales, así como al poder judicial, de su responsabilidad en temas de seguridad; solo comprometiéndose de manera conjunta los tres niveles de gobierno y los tres poderes de la nación a trabajar en coordinación, con estrategias objetivas, planes de acción contundentes y evitando la corrupción, lograremos combatir de manera eficiente la inseguridad que existe en nuestro país.