DANIEL-FRAGOSO-EL SURTIDOR

La importancia del idioma  

El español es la segunda lengua materna más hablada del mundo, con 492 millones de personas y superada sólo por el chino mandarín. También es la segunda lengua más hablada en el ámbito de los negocios, tras el inglés. En términos económicos, la capacidad de compra de los hispanohablantes representa el 9% del PIB mundial. Y, atención, porque esto es importante de recalcar, el español es la tercera lengua más utilizada en Internet, significando el 8% de los usuarios de todo el mundo, y convirtiéndose en el segundo idioma de más uso en la red social Twitter, mientras que en Facebook se cuentan 80 millones de usuarios que se comunican con ella. 

Otro dato interesante es el que da el informe del Instituto Cervantes sobre el idioma español en el planeta, donde se afirma que “la población hispana de los Estados Unidos ronda actualmente los 52 millones de personas. Más de la mitad del crecimiento de la población de los Estados Unidos entre 2000 y 2010 se debió al aumento de la comunidad hispana. En 2050 Estados Unidos será el primer país hispanohablante del mundo”.

También lee: La Semilla que germina en las aulas  

Estas cifras quizá nos ayuden a comprender cuál es la necesidad imperante de producción de libros en idioma Español, pues es innegable que más allá de lo digital, los medios de comunicación tradicionales y los libros son los soportes naturales de transmisión del idioma. Por ejemplo, según el estudio más reciente de la Caniem en México se producen 26,836 títulos de libros impresos y sólo 1709 libros digitales al año. De los cuales un altísimo porcentaje tiene problemas de distribución y comercialización, logrando con esto que su publicación se reduzca al impacto de las novedades y la reimpresión de los clásicos. 

¿Qué podemos hacer ante estos panoramas tan diversos? Creo que lo fundamental sería regresar a la repetición de los patrones en el núcleo familiar, es decir: si yo leo un libro y las personas que conviven conmigo observan como una actividad constante mi proceso de lectura, quedará un ápice de intriga sobre cuál es el disfrute de tal acción. Y podrá servir de gancho para que puedan replicar el acto. 

Sigue leyendo: Vivimos en español

Esto es algo así como lo que contaba Alberto Manguel sobre aquella historia que habla de que en el año 383, un profesor de retórica latina, San Agustín, visitó en Milán al obispo Ambrosio. “Cuando leía”, escribe en sus Confesiones, “sus ojos recorrían las páginas y su corazón entendía su mensaje, pero su voz y su lengua quedaban quietas”. Esa lectura callada es el primer testimonio de lectura a solas que se conoce en la literatura universal. 

En lo personal me gusta pensar en esa imagen y en la propia imagen de Paul Auster cuando afirmaba que “la literatura es esencialmente soledad. Se escribe en soledad, se lee en soledad y, pese a todo, el acto de la lectura permite una comunicación profunda entre los seres humanos”, regreso a estos atisbos mientras me doy cuenta de que todo es un constante ir descubriéndonos en la complicidad de otras soledades. Que las interpretaciones de los libros, de nuestras lecturas, son ese ir regresando a nosotros mismos, o a la idea de nosotros mismos, aunque en ocasiones esa idea ya no sea la realidad. Sin embargo, ahí está el libro de nuestra vida, narrado en nuestro idioma.