Hemos aprendido que la justicia es igual a cárcel, por tanto, esperamos que cuando somos o alguien es víctima de algún delito, nuestros agresores terminen recluidos.
Nos imaginamos en una sala oral, a lado de la mejor defensa y escuchando una cadena perpetua porque esa persona que señalamos nos lastimo, nos provocó coraje o nos dio miedo. La vida después de la sentencia promete eliminar todo esto, al fin y al cabo, quien nos agredió no podrá hacerlo nunca más… ¿cierto?
Una de las mayores críticas que se hace al antipunitivismo es que estamos en contra de esta idea de justicia, que defendemos agresores, violentadores, delincuentes y por tanto estamos en contra de las víctimas.
Uff, nada más lejano de la realidad.
La crítica antipunitivista antes de llegar a las aulas, a las investigaciones o instituciones, surgió afuera de los ministerios públicos, de los juzgados, en las calles, en los hogares, en las cárceles. De personas que fueron víctimas de crímenes atroces, de personas que acompañaron a sus familiares y amigues que fueron injustamente encarcelados o que, a lo mejor, si delinquieron pero que fueron deshumanizades.
El sistema penal y penitenciario no solo es injusto para quienes están ahí dentro ni sus acompañantes; es doblemente injusto para las víctimas. Desde la normatividad del derecho penal y penitenciario, las instalaciones, el personal, los procesos, cada paso que da una víctima para tratar de obtener un mínimo de reparación, le intenta recordar que lo que le pasó fue su culpa.
También las victimas dejan de ser personas, son reducidas a eso a tal punto que si quieren llegar a su objetivo son orillades a dejar sus familias, relaciones, empleos, estudios para enfocarse y hacer la chamba que el Estado tendría que hacer. No basta con lo que has perdido por la violencia o la agresión, aun tendrás que perder más cosas: económicas, morales, sociales.
Y si finalmente, después de toda la violencia institucional, se llega a una sentencia eso no es garantía de que haya una reparación integral ni mucho menos, que después enfrentes represalias. La vida no vuelve a ser la de antes después de una sentencia, pues el sistema penitenciario con todas sus deficiencias, violaciones a derechos humanos, está lejos de lograr la reintegración de quien delinque y ¿quién asume la responsabilidad de esto? ¿quién acompaña? ¿quién garantiza su seguridad?
Las victimas merecen ser escuchadas, validadas. Merecen un trato digno, que reafirme que no fueron culpables de lo que sucedió y cuya reparación realmente se adecue a sus necesidades.
Esto también es responsabilidad colectiva, necesitamos cambiar la forma en que pensamos sobre las personas que han sido víctimas de un delito y enfrentar que este sistema punitivo no es más que una falsa idea de justicia.
Recomendación:
El documental “Te nombraré en silencio” que para mí retrata la esencia del antipunitivismo en nuestro país, estará disponible gratuitamente hasta el 31 de agosto en Cinepolis Click.
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