La gasolina

Los mexicanos tenemos una relación extraña con la gasolina, no la vemos como cualquier bien, la vemos de una situación especial, casi religiosa. Esta es una idea creada a lo largo de muchos años, desde hace tiempo los gobiernos mexicanos han manipulado de una u otra forma su precio para que pensemos que una gasolina barata es sinónimo de estabilidad o de una buena economía. La gasolina es un bien importante, sí, pero no deja de ser un bien más y así deberíamos tratarla.  

Antes un monopolio y una decisión política es lo que nos daba el precio de la gasolina, con la reforma energética del 2013 se trató de cambiar esto, al liberalizar el mercado lo que se buscaba es que la gasolina mejorara su precio gracias a la competencia. ¿Era posible esto? sí, el ejemplo más claro lo tenemos en EEUU, en un mercado liberalizado la gasolina en ese país en los últimos 40 años ronda los $2.80 dólares (gasolina regular, inflación ajustada) por galón en promedio, unos $.75 dólares por litro, eso es menos de lo que en promedio hemos pagado por la gasolina en México. Es decir, en México con un monopolio, en histórico, desde hace 40 años hemos pagado más por la gasolina que en EEUU, que tiene un mercado libre. 

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Hoy con la invasión de Rusia a Ucrania el precio de la gasolina se ha elevado mucho porque el precio del petróleo es mayor y por eso comentar sobre esto es importante. Es un asunto coyuntural y por lo mismo lo que para mí es más relevante ahora no es hablar sobre el precio en sí mismo sino de las implicaciones que tiene que tengamos en México una gasolina barata.   

¿Por qué tenemos en México una gasolina barata? Una parte del precio de la gasolina refleja los costos de la gasolina hasta que llega a la bomba, otra parte es la utilidad de la estación de servicio y otra parte son los impuestos: IEPS e IVA. Hoy, mientras la mayoría de los países sufren por el aumento en el precio de la gasolina, nosotros vemos cómo nuestro precio casi no se mueve, esto debido a que el gobierno no sólo ha dejado de cobrar la totalidad del IEPS sino que además ha dado un estímulo complementario. 

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En otras palabras, en realidad el gobierno está subsidiando la gasolina y esto tiene, al menos, dos problemas graves. El primero es un problema de costo de oportunidad, el dinero que dejas de recaudar o el dinero que gastas para que la gasolina se mantenga barata no lo puedes usar en otra cosa más importante, por ejemplo, ayudar a los que menos tienen, arreglar salones de clase o comprar medicinas suficientes. Si de repente dejas de recibir un ingreso tienes dos cosas por hacer, reduces tu gasto o pides prestado, cualquiera de las dos decisiones tiene implicaciones futuras importantes, más en medio de una crisis económica.  

El segundo problema es que subsidiar la gasolina es una política regresiva, es decir, se le termina ayudando más a quien más tiene. Hoy un litro de gasolina Magna sin subsidio rondaría los $31 pesos y en realidad pagamos alrededor de $22 pesos, digamos que un carro compacto utiliza 5 litros para recorrer 100 kilómetros y una Suburban utiliza 10 litros para recorrer los mismos 100 kilómetros, el dueño del carro compacto se estaría ahorrando $45 pesos por el subsidio mientras que el dueño de la Suburban se estaría ahorrando $90 pesos, se estaría ayudando más al de mayores ingresos y menos al de menores ingresos cuando debería de ser al revés.  

Entonces, si juntamos los dos problemas anteriores, no sólo con este subsidio el gobierno está dejando de usar dinero público en programas que ayuden más al más necesitado sino que además estaría dándole un subsidio mayor a alguien que en realidad no lo necesita. 200 mil millones de pesos en este año es lo que se espera que vamos a tirar a la basura subsidiando la gasolina. No hay cosas gratis, les diría. 


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