La familia Zea ha vivido en el centro de Tula desde 1961 y en todos esos años nunca habían dejado su casa, hasta ahora que no han podido regresar porque la inundación de la madrugada del 7 de septiembre los obligó a permanecer 45 días fuera.
El terreno de la familia Zea se ubica sobre la calle Xicoténcatl, justo al lado del inmueble del Hospital general de Zona y Medicina Familiar 05 perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), justo en el área que se vio más afectada por las inundaciones del 7 de septiembre.
Al respecto, Alberto Zea comentó que el agua los tomó por sorpresa y lo único que pudieron hacer fue subir a los segundos pisos de las casas que se congregan en el terreno en el que viven cinco familias, y ahí tuvieron que permanecer hasta alrededor de las 13:30 horas del 7 de septiembre, hora en la que por fin fueron rescatados.
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Esto porque el agua alcanzó los tres metros de altura y era imposible poder abrir para que la familia fuera rescatada, así que tuvieron que esperar hasta las 13:30 del 7 de septiembre para que el nivel del agua bajara y pudieran ser sacados de la vivienda.
Sin embargo, Alberto Zea explicó que no fue el gobierno municipal ni estatal quienes los rescataron, sino que se metió el novio de una de sus primas quién tiene conocimiento de rescate y consiguió una lancha para acudir a sacar a las personas, entre ellas dos adultos mayores.
El hombre explicó que la casa de sus padres quedó totalmente inhabitable, actualmente está vacía y en las paredes todavía se nota el testigo de la humedad, además de que los muros cuentan cada uno de los daños estructurales sufridos, esto mientras al interior se acumula el olor a cal que la familia echó a bien de evitar que crezca el moho.
Según dijo Alberto Zea, hasta ahora no han recibido ningún tipo de apoyo de los gobiernos, ni estatal, ni municipal, ni federal y sus papás se han tenido que ir a vivir a la casa del hombre, ubicada en San Marcos, pues los daños del inmueble ubicado en la zona centro de Tula aún no han sido valuados.
Sin embargo, las pérdidas son totales y a 45 días de la tragedia no hay ni para cuando puedan regresar a su hogar, tampoco hay fecha para que Alberto vuelva a habilitar la taquería que tenía en el patio de la casa de sus padres pues no tiene recursos para recuperar sus herramientas de trabajo.
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El vehículo de Alberto no tuvo mejor suerte, pues quedó completamente inundado y no funciona, pero el señor no pierde la esperanza de poder componerlo y echarlo a andar.
En medio de la devastación que dejó la inundación, en la esquina de la casa de la familia Zea se alza un pequeño altar en donde los santitos no fueron movidos ni un centímetro pese a que fueron cubiertos por el agua, a diferencia de un refrigerados que estaba lleno de herramientas, el cual, según contó Alberto Zea, flotó y se movió de lugar.
Por Joselyn Sánchez
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