BRENDA FLORES

La educación como agente de lucha vs la violencia hacia las mujeres

Sin duda una asignatura pendiente en materia de equidad de género es la erradicación de la violencia hacia las mujeres y la educación es una de las herramientas más importantes para combatirla. 

El 25 de noviembre, Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres fue decretado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1999, a raíz de esto se instituye el 25 de cada mes como Día Naranja para sumar esfuerzos y movilizar a la opinión pública y a los gobiernos para emprender acciones concretas con el fin de promover y fomentar la cultura de la no violencia hacia las mujeres.   

Como cada año hubo marchas y manifestaciones públicas (algunas con otros tintes que empañan la esencia el movimiento, tema que será motivo de otra reflexión en este espacio) asimismo es común en alusión a este día portar una prenda de color naranja, algún distintivo de la misma tonalidad y en escuelas, oficinas y espacios públicos se realizan conferencias, talleres, pláticas y diferentes acciones con temas relacionados a la prevención de la violencia en cualquiera de sus formas contra el género femenino. 

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El prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas es responsabilidad de todos, la población en general también se manifiesta desde sus redes sociales con cartones, imágenes, frases, discursos o compartiendo publicaciones en apoyo a esta fecha. 

El Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres es un recordatorio para el respeto al género femenino que debiera conmemorarse todos los días desde la casa, en los espacios laborales, en la calle, en las escuelas y en cualquier rincón de convivencia. 

La educación siempre será una importante herramienta para coadyuvar en esta lucha y en este sentido, los centros educativos tienen un papel preponderante ya que el aula debe ser un lugar seguro para niñas y mujeres y desde ahí gestarse cultura en el tema, generar conciencia y compromisos para contribuir en el acceso de las mujeres y niñas a una vida libre de violencia. 

En este contexto, el docente actual debe inspirar una visión integral de la educación, abrir puertas y ventanas para impulsar a su alumnado a ser plenos, socialmente responsables y hacer de estos temas parte de su agenda.  

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En los últimos dieciocho meses atípicos por la pandemia donde las aulas se trasladaron a las casas, desafortunadamente han aparecido escenas de violencia en los hogares que afectan en mayor proporción a niñas y mujeres. 

Para la ONU, la violencia y la amenaza de violencia contra las mujeres es la más extendida violación de derechos humanos, socava el desarrollo de los países, genera inestabilidad en las sociedades e impide el progreso hacia la justicia y la paz. La violencia contra las mujeres y las niñas tiene consecuencias físicas, sexuales, psicológicas e incluso mortales para las mujeres y lamentablemente va tomando nuevos y desafortunados matices. 

El 25 de cada mes no puede quedar en conferencias o discursos, debe ser parte de nuestro día a día, de políticas públicas, de nuestro actuar, de nuestra cultura y sobre todo permearlo en nuestro entorno y con nuestros hijos, para que el sueño de erradicar la violencia hacia las mujeres vaya tomando realidad.   


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