Hace dos días, las morras enfurecidas y con toda la razón, salieron a protestar por la violencia que hay en el estado. Se rayaron las paredes de Palacio de Gobierno, la Comisión de Derechos Humanos, la Villita, la prepa 1. Se rompieron los vidrios de la estaciones del tuzobus.
Protestaban por Bety, Leobardo, Margarita y los casos de acoso en la UAEH. Es decir violencia institucional y sistemática del estado hacia las mujeres, los indígenas, la manifestación.
Me he preguntado qué tipo de preparación tienen los equipos de comunicación social de estás instituciones (gobierno y la universidad) que aunque dicen respetar la manifestación “pacifica”, cada comunica donde la prensa busca criminalizar el hartazgo y un derecho fundamental. El del tuzobus: señaló cuántas personas van a ser afectadas por el cierre, para que la clase trabajadora se encabrone, sin cuestionarse porque no solo limpian los vidrios y hacen los trabajos por la noche o por qué no exigimos un mejor sistema de transporte que este carísimo que nomás nos quiere hacer creer que necesitamos un coche.
El de la UAEH que respetaban pero no toleraba la violencia.
El del cierre de la carretera por Leobardo, que nos quedará en la consciencia que cerrar vialidades podría implicar el retraso de un enfermx al hospital, perdidas de trabajo, etc.
Cerrar una carretera (que nunca significa no dar paso en situaciones de emergencia, quebrar vidrios, rayar consignas en los edificios que tienen el propósito de recordar(les/nos) todo el daño que nos ha hecho el gobierno: NO ES VIOLENCIA. Son actos de protesta, de hartazgo, de cansancio.
La violencia implica hacer un daño a las personas: físico, psicológico, patrimonial, emocional, institucional, etc. Lo que le pasó a Leobardo: es violencia. El acoso que viven las universitarias, universitarixs: es violencia. La detención arbitraria: es violencia. Romper, rayar, cerrar y gritar: es protesta.
Cuando se violenta a las personas, el daño no es solo a ella, su familia. También nos toca, a lo mejor en menor grado, a nosotrxs. Vivir en una ciudad nos ha despojado de nuestro sentido de comunidad, de empatía porque si aún persistiera entenderíamos que la protesta, la huelga, el cierre, el paro no son actos egoístas que buscan afectarnos, sino actos de profunda consciencia social que buscan que lo que a ellxs y a nosotrxs nos pasó, no sé vuelva a repetir.
La próxima vez que nos queremos por un cierre, por caminar unas cuadras, porque los grafitis no combinan con el bonito centro de Pachuca, ojalá pensemos que alguien más puso la cuerpa y el cansancio para que no seamos nosotrxs quienes después estemos protestando.
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