El proceso para hacer posible la consulta por la Revocación de Mandato ha sido único en su tipo, particularmente por la participación masiva de las y los mexicanos. Al ser una iniciativa ciudadana, abierta e incluyente, el margen de error era una posibilidad. La organización viene de abajo, sin recursos, sin estructura formal y con una cultura de participación ciudadana aún en construcción.
Es un ejercicio nuevo, tanto para el Instituto Nacional Electoral (INE), como para la población mexicana. Por ello se debe atender el llamado que se hace a todos los actores involucrados para dejar de hacer de este ejercicio un botín político. La asociación Que Siga la Democracia trabaja para construir mejores prácticas.
La democracia participativa es una tarea que involucra a todas y todos. Por ello, las oficinas de la agrupación estaban abiertas para todos y todas los que quisieran entregar firmas. Hay confianza en el trabajo del pueblo que se organizó para recaudarlas. De 8.9 millones de firmas que entregó la asociación, únicamente el 0.2% se reclama que son de fallecidos y el 9.2% de firmas físicas presentan otro tipo de inconsistencias.
Lo justo es que el árbitro electoral señale los mecanismos por los cuales verificó las inconsistencias por defunción y que compruebe a la asociación, que esas firmas fueron entregadas por Que Siga la Democracia. En tal virtud, los ciudadanos los exhortamos a respetar el principio de presunción de inocencia y parar las declaraciones acusatorias que han hecho en contra.
Las y los promoventes como ciudadanos, carecen de las herramientas para hacer las verificaciones pertinentes que permitan comprobar que la credencial de la persona que venía anexa era de una persona viva o fallecida.
La derecha conservadora está utilizando un error minúsculo para deslegitimar el trabajo de la ciudadanía. Omiten hablar de la grandiosa labor de miles de voluntarios y de la participación histórica del 12.11% de la población total.
Propongamos mecanismos para hacer de la participación democrática una práctica común, de todos los días, sin pretextos presupuestales, sin violentar la libertad de expresión y sin difundir información parcial.
Es desconcertante que consejeros electorales como Ciro Murayama y Lorenzo Córdova se empeñen en desprestigiar el esfuerzo de millones, cuando deberían ser los primeros en celebrar el avance sustancial que implica este ejercicio para nuestra democracia.
Es tiempo de perder el miedo a que el pueblo ejerza su derecho a decidir de manera continua, de tener la valentía de abandonar privilegios e intereses y sumarse al cambio verdadero. De trabajar por un Instituto Electoral a la altura del pueblo de México: austero, transparente e imparcial. De lo contrario, la historia será la que los juzgue.
La autora es activista social y humanista
Twitter: @GabyJimenezMX
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