El pasado domingo 23 de junio se develó, tras diversas polémicas, una réplica de “La joven de Amajac”, una escultura prehispánica descubierta por la arqueóloga del INAH María Eugenia Maldonado Vite en 2021, en la zona huasteca de un municipio del estado de Veracruz. La nueva pieza se encuentra en la antes denominada “Glorieta de Colón”, sobre Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México, capital de nuestro país. En el discurso inaugural, el jefe de gobierno Martí Batres expresó “En estos tiempos de transformación se transforman también los símbolos y se reivindica la historia de los vencidos de otros tiempos”.
Con ese acto, el gobierno de la Ciudad de México busca reivindicar los derechos de los pueblos indígenas en lo general y los de las mujeres indígenas en lo particular. Además, el acto se vuelve trascendental porque la escultura se coloca a un costado de donde antes estuvo el célebre personaje encargado del “descubrimiento de América”, inscrito siempre en un marco donde la única historia contada era la que se escribía desde la cultura occidental imperialista. En el plano simbólico, vence en esta ocasión la narrativa del mundo indígena sobre el colonialista. Por si fuera poco, la figura representa a una mujer joven y gobernante, una verdadera rareza en la sociedad prehispánica (aunque posible ya sea por haber sido hija o esposa de algún mandatario, según los estudiosos de la época) y un verdadero desafío a las ideas para quienes en el presente no conciben aún la conjunción de tales características.
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En el mismo sentido, desde hace meses en el gobierno de Tizayuca se desafían los símbolos de otras épocas. Un ejemplo de transformación de los símbolos es la actual edificación del anterior Palacio Municipal que para muchos significó opacidad, contubernio y corrupción para dar pie a la nueva Ciudad Administrativa; un espacio más amplio y abierto, cuyo diseño arquitectónico fue pensado para que el pueblo tenga acceso a sus instalaciones de manera más libre y pueda incluso disponer para su uso de algunos espacios como el auditorio, la ludoteca o la sala de concertaciones. Se prevé que, en sus inmediaciones, de ser aprobado por el Cabildo, se pueda exponer una colección de pinturas realizadas por el tizayuquense Simeón Rivero, inspiradas en los glifos contenidos en el códice de San Salvador Tizayuca -quizá el registro documental más importante de nuestra historia precolonial y que ayudaría a preservar nuestra identidad-.
Además decidimos que a través de los nombres de nuestros festivales se contará una narrativa cultural que abrace y fortalezca la memoria histórica del estado y el propio municipio, esto como parte de la reivindicación local de los pueblos indígenas que nos heredaron importantes tradiciones y un mosaico cultural basto, que hoy día debemos apuntalar y conservar. Para ejemplo de ello, el Festival de la Juventud; Metsi, que es una palabra de origen otomí entendida en el español como Joven, festival que por cierto está próximo a celebrarse el 12 de agosto y en donde viviremos “La forma de ser Joven”, o el Festival Huitzílihuitl, cuya traducción del náhuatl es Pluma de Colibrí, y el Mictecacihuatl, nombre retomado de una deidad femenina relacionada con la muerte en muchas culturas indígenas.
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Otro ejemplo de cambio en los símbolos será la propuesta de colocar la escultura de una docente, Luchita Rodríguez, tizayuquense que buscó la apertura del primer preescolar en nuestro municipio, para coronar la glorieta que construimos en el acceso a nuestra zona industrial. Es una propuesta radical en el sentido de que sería la primera mujer cuya trayectoria se distinga en un espacio público y nos emociona que en ella se vean reflejadas más mujeres que con su ejemplo se motiven.
En resumen, así como en la Ciudad de México, en Tizayuca transformamos los símbolos y reivindicamos las luchas de los pueblos indígenas y de las mujeres. En la siguiente ocasión, abordaremos la transformación simbólica en otro de nuestros espacios: la Ex Cárcel Distrital. En definitiva, la cuarta transformación es mucho más que un discurso y muchísimo más que solo ponerse el chaleco guinda.
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