Las tendencias electorales marcan la caída electoral de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y la recuperación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que de confirmarse envían un doble mensaje para los próximos procesos electorales del 2021 y 2022: que es posible derrotar al partido que llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador y que el proyecto que animaba al morenismo hidalguense de alcanzar la alternancia empezó a diluirse.
El partido que no termina de ser partido, sufre en la antesala de las elecciones federales intermedias una estrepitosa derrota, porque hace diez meses aseguraban que arrasarían en estos comicios y gobernarían no menos de 60 de los 84 municipios y producto de sus oscuras negociaciones y fracturas internas lograron tener candidatos propios en solo 58 municipalidades por sus equivocadas alianzas formales y de facto, además de no registrar nueve planillas.
El resultado en Hidalgo y Coahuila alienta al PRI y estimula a otros partidos opositores, mientras en Morena siguen las disputas que lo condujeron a la desarticulación y a la derrota en muchos municipios y en algunos casos ser enviado hasta el tercero o cuarto lugar en zonas donde teóricamente tiene mayor clientela electoral por las condiciones de marginación y pobreza como en la franja norte de Hidalgo.
Quedó claro que todas las elecciones son diferentes y que el mal manejo de la pandemia de la Covid-19 que agravó una crisis financiera que empezaba a sentirse con el aderezo de las luchas intestinas que a nivel nacional no cesan, pueden hacer perder la mayoría en el Congreso de la Unión al presidente López Obrador, que no a Morena lo que pondría en riesgo el proyecto de la Cuarta Transformación.
El impacto directo si se confirman treinta triunfos a más del PRI, es que este partido estará en condiciones crear una estructura y un bloque suficientemente fuerte para retener la gubernatura en 2022 y continuar como uno de los hasta el momento cinco estados del país donde no se ha dado la alternancia en el gobierno estatal, aun cuando en la actual legislatura solo logró una de 18 diputaciones de mayoría relativa.
Estos mensajes son claros y encienden las luces ámbar en Palacio Nacional, porque ya se probó que si bien Morena peleó en varios municipios, se debe a la inercia del 18, es decir que un buen sector del electorado siguen comprando la marca, pero esta ya no fue suficiente y en los próximos procesos electorales esta perderá valor, más si la oposición encuentra fórmulas atractivas de candidatos.
Aquí el ganador no solo es el PRI como partido, también lo es el gobernador Omar Fayad Meneses quien mantiene una buena relación con el presidente y sin pelearse no descuido su parcela política y las jugadas le dieron resultado, tanto que estos resultados le dan más piezas en su ajedrez para colocarlas en el tablero de su sucesión.
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