Sin la fuerza que lo llevó a desafiar al gobernador Jesús Murillo Karam en 1988, que disminuyó cada vez que fue postulado candidato a gobernador, el dos veces senador y dos veces diputado federal José Guadarrama Márquez, luego de fracasar en su intento de encumbrar en la política a su yerno Andrés Chávez Pumarejo en la pasada contienda municipal de Pachuca, aspira a ser postulado candidato a diputado federal por la coalición Va por México.
Guadarrama Márquez, muy joven fue alcalde de Jacala por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), gestión que no terminó por rechazo popular, pero se encumbró en la política de manera siempre cuestionada, así fue vocal del Patrimonio Indígena del Valle del Mezquital y la Huasteca (PIVMHH) de ahí saltó a secretario de Gobierno con Guillermo Rossell y más adelante se hizo famoso por los fraudes electorales en Yucatán al panismo y en Michoacán al perredismo.
Como secretario de Gobierno persiguió opositores y luchadores sociales como Manuel Guerrero, elaboró fichas policiacas de periodistas, amenazó a varios a través de sus esbirros: Medardo Méndez, Arnulfo Rubio y Alejandro San Ciprián y creó una red de espionaje en la campaña a gobernador de Adolfo Lugo Verduzco y tras perder la candidatura a gobernador con Jesús Murillo, en 1994 es postulado al Senado.
Con apoyo de Carlos Romero Deschamps buscó la gubernatura, pero perdió el proceso interno en 1998 con Manuel Ángel Núñez Soto y tras negarse a aceptar su derrota negoció posiciones al amagar pasarse al Partido de la Revolución Democrática (PRD), que junto con el Partido del Trabajo (PT) le negaron la postulación que ya tenía el periodista Miguel Ángel Granados Chapa.
El 2001 se afilia con su Frente Democrático Hidalguense (FDH) al PRD, que lo hizo dos veces candidato a gobernador con magros resultados, logrando apoderarse del partido al que llevó al fracaso. Tras desaparecer de la escena estatal ocupa un cargo en el gobierno de Michoacán con Silvano Aureoles, lo que parecía su jubilación, sin embargo, ahora a sus más de siete décadas, aplica la máxima de Humberto Lugo Gil: El que respira, aspira. Patético.
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