Siempre es importante privilegiar los álbumes que ofrecen una experiencia que va más allá de lo estrictamente musical y el sexto álbum del británico es uno de ellos, comenzando incluso por el título: Playing Robots Into Heaven, que produce una atractiva imagen que combina metafísica con tecnología… y que se prolonga en una portada en la que aparecen una especie de monjes oscuros recorriendo dunas.
Comienza a sonar “Asking To Break” -el corte inicial- y es entonces cuando nos acordamos del escritor Philip K. Dick -una de las glorias de la ciencia ficción- y autor de la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, publicada en 1968 y que sirviera de inspiración para la película Blade Runner.
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En el libro citado se afirma que: “Los androides también se sienten solos” y es por ello que no cuesta imaginarlos anhelando contar con un cielo al estilo de la tradición judeo-cristiana… y todo fluye en el pensamiento y la escritura mientras ya estamos en “Loading”, el segundo corte del disco, y con la voz en falsete de James Blake conduciendo la experiencia… una pieza estupenda.
Y es que en su sexto álbum, Blake ha decidido regresar a la música que componía al inicio de su carrera; una que tiene una mayor filiación electrónica y que se llegó a considerar como post-dubstep. Lo que es un hecho es que está vez ha hecho un disco menos lóbrego y soulero, dado que pone por delante una electrónica crepitante y mucho más intensa, aunque no por ello se convierta en dance descarado; James es alguien que pone en lo más alto el concepto de Intelligence Dance Music (IDM).
Blake tiene grandes dotes como compositor, instrumentista y productor, por lo que puede procesar su propia voz para crear capas de texturas, acompañamientos y luego agregar elementos crepitantes que chirrían y crepitan; hay que decir que “Tell Me” es un enorme ejemplo de ello y uno de las mejores canciones del disco… es muy electrónica, pero también muy elegiaca (de las mejores del año).
Playing Robots Into Heaven, conformado por 11 temas, despliega una deslumbrante arquitectura sonora que abre espacios para pasajes más experimentales, aunque su esencia sea la de crear el setlist para el club más futurista que se precie.
Estamos ante un destacado y meritorio sucesor de Friends That Break Your Heart, que acaparara elogios en 2021,; ahora asumió la creación de una obra en la que es evidente que busca encontrar nuevas posibilidades estéticas y ello se nota en el sencillo “Big Hammer”, en el que samplea a The Ragga Twins. Con quienes colaboró en la que serie de eventos llamados CMYK, que todavía sigue organizando.
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Playing Robots Into Heaven es un disco inmersivo, pero que no niega la espiritualidad… allí está “I Want You To Know” para recordárnoslo. Es consecuente que pensemos en replicantes enamorados, en cyborgs atormentados y en robots que ansían que les sean perdonados sus pecados y puedan entreverse jugueteando entre nubes y exponiendo sus circuitos sin pudor y absortos de tanta felicidad. Cierto, los mitos ancestrales también pueden colarse entre el futurismo y la ciencia ficción.
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