INDIFERENCIA

Garlito 

A propósito de fiestas y muertos, dos protagonistas fundamentales de la Cultura Mexicana, extremos complementarios indivisibles de la personalidad del mexicano; origen y primerísima filosofía de la civilización azteca, la muerte como nutriente de vida y la fiesta como ritual para despojarnos de nuestros verdaderos rostros, para olvidarnos de nosotros mismos sobrepasarnos y a través del sacrificio, alcanzar la redención colectiva; en México entre los indígenas la Vida, Muerte y Resurrección eran estados cósmicos que se repetían incansablemente, sin embargo la existencia individual no les pertenecía, no tenía valor, sino era ofrecida a los Dioses que para mantener el equilibrio debían alimentarse de sangre. 

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Foto: Nancy Cervantes.

Tristísimo 

La conmemoración del Día de Muertos en nuestro país, nos vuelve a reencontrar, nos revivifica como pueblo y nos dignifica como una cultura, quizá una de las más controvertidas, donde la muerte hoy es tan nuestra, como no lo fue en su inicio, la idea del desprecio a la vida y su apego a la muerte, encuentra su origen en que la existencia del individuo no tenía trascendencia, si su muerte no era dada a la vida colectiva, de ahí la gran fiesta a los muertos que renuevan la vida en las sociedades mexicanas primigenias; el catolicismo volteando el orden, niega el alma y existencia colectiva, individualiza la muerte y la salvación, para los pueblos originarios, después de la conquista, la muerte y la vida carecen de valor, los han traicionado sus dioses, nos explica don Miguel León Portilla. 

Al cabo de algunos siglos, la vida de mexicanos que continuaron alimentando el alma colectiva y construyendo el país, al fallecer y a manera de reconocimiento y gratitud, en su memoria se erigieron monumentos y estatuas para no olvidar su legado y futuras generaciones sepan que gracias a sus obras gozan de la libertad, digamos, de destruir esos monumentos o atentar contra quienes les dieron conciencia de su existencia, atentar contra monumentos es despreciar sus vidas y las obras de los muertos; algunas ciudadanas argumentarán es su derecho democrático , pero la indiferencia de las autoridades es una negligencia que demuestra el nivel cultural de quien se ostenta como representante del pueblo y deja en el abandono, las únicas remembranzas de mujeres y hombres hoy olvidados, la Rotonda de los Hidalguenses Ilustres muestra del desprecio absoluto al pasado. 

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Foto: Nancy Cervantes.

Panteón 

Con un no despreciable costo, de 15 millones de pesos que valió la obra (sino hay obra no sobra), en 2010 so pretexto del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, se construyó este monumento, siempre abandonado, objeto de robo de las placas de metal con los nombres de los 84 municipios, además de algunas piezas talladas y todo el material eléctrico, lámparas, luminarias y lo posible para la rapiña urbana, justo frente a una importante secretaría, a la vista de todos, con 12 columnas de estilo neoclásico forradas con cantera de Huichapan y Mineral del Monte, altura de más de 4 metros, en la base un águila y capitel de estilo corintio, intentó aparentarse con la torre del Reloj, parece que el viento y la lluvia lo está deteriorando, las instituciones que deberían protegerlo esperan su derrumbe; sin duda mejor intento que el adefesio de la diosa del viento, la Rotonda de los Hidalguenses Ilustres es monumento a la ignorancia gubernamental, la estupidez ciudadana y territorio de asaltantes de celulares, computadoras o bicicletas a plena luz del día, recomendamos no visitarlo, menos por las tardes y noches. 

Foto: Nancy Cervantes.

Saqueo de todos sus monumentos, atentados diversos de una comunidad desorientada en la conducción de sus protestas, indiferencia de los ciudadanos, una seguridad pública reprobada y autoridades del antiguo régimen auto extasiado, lapsus antropófago que se devoró a sí mismo, una municipalidad aburguesada que no representa a nadie, esos son los cadáveres de Pachuca, la tristísima Pachuca, cuya vitalidad solo se ve en el tráfico vehicular, en contaminación ambiental, índice de asaltos y ferias convertidas en grandes cantinas; la muerte de Pachuca, como a los viejos aztecas mexicanos, no les importa porque quisieran que la redención fuera solo para ellos; en la Rotonda yacen: Juan C. Doria, Jesús Silva Espinoza, Felipe Ángeles, Nicolás Flores, Juan Guillermo Villasana, Teodomiro Manzano, Ramón G. Bonfil, Elisa Acuña Rosseti, Ramón Rosales, Francisco de Paula Mariel, José Francisco Osorno, Julián Villagrán, Manuel Fernando Soto, Margarita Michelena, María Luisa Ross Landa, Efrén Rebolledo, Abundio Martínez y María Vargas de Ita, hay todavía 52 criptas, ¿se llenará algún día?