Indiferencia

Ver, leer y oír noticias siempre es complicado. Parece una montaña rusa de emociones con notas sobre asesinatos, feminicidios, acompañadas de otras más alegres como las imágenes del espacio o algún perro haciendo algo y luego de decisiones políticas que dejan mucho que desear.

Lo cierto es que me da cierta paz no ser indiferente ante la violencia. Me niego a no sentir rabia, indignación, miedo, coraje, tristeza al enterarme de todo lo que enfrentamos día a día en este país.

Desde la semana pasada, no he dejado de pensar en Luz Raquel y en Debanhi. Luz Raquel que fue quemada viva, en pleno Zapopan por una profunda misoginia, lesbofobia y odio a las personas neurodivergentes.  La misma que luchaba todos los días para que existiera un sistema nacional de cuidados, para que el mundo fuera más amable con las personas neurodivergentes y sus cuidadorxs. La que denunció en redes y a las autoridades la violencia de la que estaba siendo objeto y fue ignorada.

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Otro día escuché una entrevista a Mario Escobar, papá de Debanhi hablar con claridad sobre la tercera autopsia de su hija. Al parecer estuvo con vida durante 8 días después de su desaparición y las autoridades no hicieron lo suficiente para rescatarla con vida.

En ambos casos se exhibe la ineptitud, falta de sensibilidad y compromiso de las autoridades. No estuvieron a la altura de las circunstancias, fallaron y sus fallas tuvieron consecuencias irreversibles, irreparables y aún así, continúan al frente de las dependencias trabajando sin un poco de remordimiento.

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También fallamos nosotrxs como sociedad. Guardamos silencio ante la discriminación y la violencia, hay una política de no intervenir en los asuntos del vecinx “para no meternos en problemas”.Paso mucho tiempo pensando en el por qué somos así. Y ya se que es sistemático, pero a veces quisiera otras respuestas más allá de la teoría, porque me sobrepasa tanta indiferencia, tanta ineptitud y tanta insensibilidad.

Posdata:

Sin novedades en la presidencia de la CDHEH y la Comisión de Víctimas.