El pasado 25 de septiembre, personal de la Fiscalía General de la República, hizo un importante decomiso de “huachicol” y vehículos en un predio particular ubicada sobre la carretera Pachuca-Actopan; ayer, ocurrió algo semejante en Tepeji del Río y ayer mismo, autoridades federales, estatales y municipales se reunieron para plantear estrategias que inhiban esta actividad y le quiten el nada honroso primer lugar en huachicol al estado de Hidalgo.
Ya para nadie en Hidalgo es un secreto que hay municipios específicamente detectados donde esta ilícita actividad es preponderante y a querer o no, mueve la economía de su entorno y el primer lugar lo ocupa el municipio de Cuautepec de Hinojosa, sin dejar de lado otros “corredores” como el del Valle del Mezquital, la región Tula-Tepeji, que son los que más cifras aportan a esta actividad de grupos perfectamente organizados.
En el marco del programa de “Reconstrucción de la Paz”, en Hidalgo, encabezaron una reunión exprofeso, el secretario de gobierno Guillermo Olivares Reyna y el director de Pemex-Logística, Javier González del Villar.
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El propósito, entre otros temas, era analizar el fenómeno y plantear acciones que reduzcan las cifras que mantienen a nuestro estado en el primer lugar de robo de hidrocarburo, en perjuicio de la paraestatal y de la economía del país.
En este tema ocurre un fenómeno que debió haberse tocado, pues para el anterior gobierno no era un asunto desconocido.
Ocurre que los grupos que se organizan para la “ordeña” de los ductos que cruzan por el estado de Hidalgo, son locales y se convierten en “líderes” de sus comunidades, a quienes los propios lugareños protegen y forman parte de sus grupos de defensa, cuando algún “extraño” intenta penetrar a esos lugares y pretende hacerse con el “negocio”.
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No son los grandes y famosos cárteles, los que operan en la entidad, sino pequeños grupos delictivos perfectamente organizados, que generan economía en sus localidades y así se gana la voluntad de sus vecinos a quienes también les brindan “protección”.
Entonces, atacar a estos grupos, sería como abrirles la puerta a los grandes cárteles y abrir el camino a la inseguridad en todo el territorio hidalguense.
He ahí el dilema.