Foto de la Selección Mexicana

Honduras pasa sobre la Selección Mexicana en la Liga de Naciones

El futbol de más alto nivel produce escenarios donde existen la angustia y el miedo. Sus protagonistas rara vez lo exponen en declaraciones al público, pero los nervios acechan silentes detrás de cada partido que puede marcar su futuro, especialmente cuando una nación deposita todas sus esperanzas en una victoria. Después de volver a sufrir una eliminación en primera ronda de la Copa del Mundo, la Selección Mexicana caminó peligrosamente hacia otra hecatombe a las puertas de la Copa América 2024, luego de perder 2-0 ante Honduras en la ida de los cuartos de final de la Liga de Naciones de Concacaf.

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Lejos de disimular sus problemas colectivos, el equipo de Jaime Lozano dejó al descubierto sus más profundas debilidades. Todo en el Estadio Nacional fue revelador: un rival guerrero, pero también valiente y desacomplejado, que multiplicó la presión física y sicológica de sus más de 30 mil aficionados sobre una oncena tricolor que dejó de tener los pies seguros en la circulación de la pelota. La temprana lesión del portero Guillermo Ochoa, adolorido del hombro derecho por un choque con Anthony Lozano, elevó lo que hasta entonces era un primer tiempo agobiante para sus defensores.

Honduras no se escondió ni abandonó ninguna tarea antes de acometerla. Resultaba habitual ver a elementos como Jorge Sánchez y César Montes resoplando de angustia, luego de arribos galopantes de Luis Palma y Rigoberto Rivas, dos auténticas bolas de fuego en el ataque. Una combinación de ambos, de un extremo al otro, sirvió para que Anthony entrara al área entre César Montes y Johan Vásquez, y en dos tiempos definiera el 1-0 pese a la salida de Luis Malagón (30).

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Más que tiempo para revolver el tarro de las excusas, la Selección Mexicana encontró un alivio en el final de la primera parte. Los rostros de sus jugadores eran músculos paralizados por una noche asfixiante. Sin la versión goleadora de Santiago Giménez, el cuerpo técnico mexicano miró más de una vez a sus delanteros suplentes, entre ellos Raúl Jiménez y Julián Quiñones, quienes entraron con diferencia de pocos minutos ante la urgencia de una salvación. La sensación de fracaso, sin embargo, amenazó con mayor tenacidad a sus compañeros tras el segundo gol hondureño.

Como en un juego de rondos para entrar en calor, Edwin Rodríguez y Jorge Daniel Álvarez se pasaron la pelota, burlando a Edson Álvarez y Jorge Sánchez, para que luego Bryan Róchez culminara la obra con una media vuelta por abajo de Malagón (72). El colombiano Reinaldo Rueda sonreía, inmejorable señal para una selección que cerró el partido al grito de ¡Olé! y vivas desde las tribunas. Para los catrachos, lo importante era disfrutar y eso fue lo que hicieron, por más que queden 90 minutos más en la serie.

En medio de ese aro de fuego por donde caminaba el resto de los mexicanos, Quiñones pasó inadvertido y cargó, con los nervios disimulados, todo el peso de un ataque que no tuvo solución. El final fue más bien un trámite, la culminación de una noche que miles recordarán en Tegucigalpa. Para no depender de ningún repechaje, la nueva misión del Tricolor apunta a conseguir por obligación la victoria el martes en el estadio Azteca, una aduana cargada de viejas decepciones.

La vuelta entre la Selección Mexicana y Honduras será el martes en el Estadio Azteca a las 20:30 horas.

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CRA