La oposición al proyecto nacional del presidente argumenta que, con la extensión de la presencia del ejército mexicano en las calles en las funciones de seguridad pública, estamos dando pasos a un régimen autoritario en el país. Nada más falso que eso: existen otras Repúblicas con elementos de la milicia en funciones de seguridad pública y tenemos grandes diferencias con otros países donde han existido golpes de Estado, la doctrina militar mexicana moderna se nutre de acontecimientos históricos y gestas heroicas del pueblo mexicano.
Francia es el ejemplo de un país que ha dedicado personal con entrenamiento militar a las funciones de guardia civil, una corporación con el año 1791 como origen. Entre 2007 y 2010 la corporación sufriría modificaciones legales que darían certeza a sus actividades.
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La contraparte de riesgos, de los cuales se han alimentado algunos sectores de la sociedad para generar controversia se refieren al peligro de los golpes de Estado. Ejemplo histórico de un suceso de tal calado en América Latina siempre es el que daría el ejército chileno en 1973, acción que incluiría el asesinato del presidente Salvador Allende. Ese ejército chileno formado por la elite de las clases sociales y alineado a intereses particulares que facilitarían la coordinación con gobiernos externos para dar el golpe. En contraste, nuestro ejército tiene en su raigambre e historia una composición popular y una lealtad sostenida a intervenciones externas, es un ejército profundamente nacionalista.
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Esos atributos únicos, han sido aprovechados por el gobierno actual para hacer de esta institución, una de las más confiables de todas las instituciones, una que pueda estar al servicio de la gente, poniendo a su favor, recursos financieros, materiales y humanos para su optimización.
Así sea, que los recursos se dispongan para atender la seguridad de la ciudadanía y por el bienestar de nuestro país.