La Real Academia Española (RAE) define el “miedo” como la “sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario”. El miedo es algo innato, cuando nacemos sufrimos del miedo a caernos y de la angustia que nos provocan los sonidos fuertes; según vamos creciendo, la información que recibimos del exterior, la experiencia en sí nos programa para tener mayor o menor predisposición a ciertas cosas o situaciones, también nos lleva a estar alerta y prevemos aquéllas cosas que son potencialmente peligrosas.
Nuestro cerebro cuenta con la capacidad de generar reacciones de pensamiento y acción, sin embargo, el miedo funciona de forma autónoma. El proceso que tiene lugar en el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral comienza con un estímulo. Por ejemplo, si se tiene una predisposición creada por la experiencia de la mordedura de un perro, naturalmente el cerebro reaccionará al ver a estos animales, sea cual sea la situación en la que los encuentre, se estará completamente alerta, se tendrá miedo de lo que pueda ocurrir.
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Este principio de conducta adaptativa me hace pensar en lo que está pasando en la política de Hidalgo en los últimos días. Donde no se puede dejar de lado el resultado de la participación ciudadana en las urnas del pasado domingo 10 de abril. Y donde, Hidalgo destaca en el escenario nacional, pues la entidad ocupó el lugar número 10 con mayor índice de votación y en específico, el municipio de Huejutla quedó dentro de los primeros seis municipios con mayor participación a nivel nacional.
De ahí que las declaraciones que apuntan a la movilización y el discurso de uso indebido de los programas sociales, la retórica de que ellos, los de los partidos de siempre (PRI-PAN-PRD) son los buenos, no cambia la realidad, la tinta en las boletas electorales del pasado domingo en la Revocación del Mandato del Presidente Andrés Manuel López Obrador favorece al movimiento que representa AMLO.
El discurso de la candidata de Va por Hidalgo (PRI-PAN-PRD) y la maquinaria institucional que ha echado a andar (sábanas de promovidos, reuniones de funcionarios con “compromiso institucional”) no hace reversible el resultado de las tendencias en las encuestas, que hasta el momento dan el triunfo del candidato común de Juntos Haremos Historia (Morena, PT, PNAH), Julio Menchaca Salazar.
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Sus declaraciones y sus acciones están sentadas en el miedo que les genera la participación ciudadana del pasado domingo. Sus reacciones están fundadas en la soberbia que siempre les ha otorgado su “voto duro”, por ello, es prudente recordar que: el 4 de julio de 2010, Francisco Olvera Ruiz, representante de la alianza Unidos Contigo (PRI-PVEM-PANAL) ganó las elecciones de Gobernador de Hidalgo con 438,094 votos; el domingo 5 de junio de 2016, Omar Fayad Meneses, representante de la alianza Un Hidalgo con Rumbo (PRI-PVEM-PANAL) ganó las elecciones de Gobernador de Hidalgo con 524,139 votos; en la revocación de mandato 425,421 hidalguenses le dieron un voto de confianza al Gobierno de la Cuarta Transformación y al Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Es natural su reacción y su adaptabilidad, es el miedo el que los está moviendo a actuar, el miedo a perder sus privilegios, pues si las prospecciones vuelven a cumplirse, en la siguiente jornada electoral, el sonido de las urnas los hará pertrecharse en el cubo de Colosio, solos, aislados, contemplando su derrota.
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