Pareciera que con el paso del tiempo muchos valores han quedado rezagados frente al avance de la indiferencia y el desapego; pero más que eso podría decirse, desalentadoramente, que han sido ensombrecidos y olvidados en gran parte debido a la velocidad con que atravesamos la vida cotidiana.
Muchas lecciones nos ha dejado la pandemia originada por el virus SARS-CoV-2 como que el derecho a la salud debe convertirse en una prioridad, la escuela es mucho más que una mera institución, la ciencia nos transforma de una forma peculiar y radical, y que la gobernabilidad y gobernanza son puntos clave en las crisis; pero sobre todo que ante los desafíos siempre es necesario un cambio de paradigma.
Es así que en momentos de inestabilidad y de un creciente nerviosismo, la transformación tiene que empezar con actos quizá pequeños, pero valiosos, es decir, debemos reconciliarnos con distintos valores como la empatía, la compasión y la responsabilidad, entre otros.
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Mañana 4 de febrero la Organización de las Naciones Unidas conmemora el Día Internacional de la Fraternidad humana, y aunque el término ha sido utilizado mayormente como una virtud religiosa, también fue identificado como un principio filosófico de los estoicos.
Es necesario que repensemos la importancia de la unión y armonía entre seres humanos, que se fomente una expansión de la cultura de paz donde el respeto a la vida, el impulso de la no violencia, el incremento del diálogo y la cooperación entre culturas y naciones se traduzcan en los caminos hacia una sociedad más compasiva y con mayor desarrollo económico y social.
Contra los desafíos siempre es mejor trabajar en equipo, es por ello que la verdadera esencia de la fraternidad nos insta a mirar a la colaboración internacional como uno de los componentes más importantes para mejorar en áreas como: educación, salud, reducción de desigualdades y políticas y actividades para preservar el medio ambiente.
La fraternidad se ha convertido en los últimos años en una crucial necesidad de reconciliación, de armonizar nuestra manera de ver la vida teniendo como base el respeto, de equilibrio entre lo que tenemos y lo que hacemos por el prójimo, e incluso probablemente de perdón hacia aquellos que nos lastimaron.
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Cabe resaltar que Su Santidad el Papa Francisco en 2014 emitió el mensaje La fraternidad, fundamento y camino para la paz con motivo de la XLVII Jornada Mundial de la Paz donde mencionó que, el número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que se entrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra forman una unidad y comparten un destino común; es así que en los dinamismos de la historia, a pesar de la diversidad de etnias, sociedades y culturas, vemos sembrada la vocación de formar una comunidad.
Como humanidad en los últimos años nos hemos enfrentado a un enemigo difícil de vencer, un virus nos ha hecho conocer el miedo, la frustración y la incertidumbre de una forma inenarrable, y si ya tenemos suficientes adversarios ¿por qué continuar atacándonos unos a otros?, ¿por qué no ver en la cooperación y la fraternidad aliados poderosos para avanzar como sociedad?, ¿por qué no prescindir del odio, la indiferencia y la enemistad?
Ante situaciones difíciles de prever, momentos complicados para asimilar y tiempos de preocupación es necesario reconocer que en el fondo de cada uno de nosotros siempre continuará presente el deseo de esperanza y de una vida plena y que la fraternidad es un camino viable para encontrarla.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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