José Jorge Sánchez Martínez es un fotorreportero nacido en Apan con más de dos décadas de experiencia en el ramo.
“Desde el 2014 me desempeño profesionalmente en el Diario Milenio Hidalgo. Empecé en 1999 en el Diario Síntesis, cuando recién empezó aquí en el estado. Ese fue mi primer acercamiento a la fotografía a nivel profesional. Antes me dedicaba a la foto, pero no así, sino freelance. Participaba en proyectos de becas o exposiciones”, recuerda.
Confiesa que aprendió mucho de este oficio de la mano de una fotógrafa que venía de Puebla.
“Yo tenía conocimientos técnicos, pero no en campo. Ella, Paola, no recuerdo el apellido, nos sensibilizó a tratar con la gente, a ver su historia de vida. Me ayudó muchísimo”.
Dentro de su currículum está el haber obtenido una beca del entonces Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FOECAH), en la categoría de jóvenes creadores, y fue en relación con el pulque y los tlachiqueros.
Igualmente, ha trabajado en diversos medios estatales, como la Agencia Vía Libre, así como corresponsal de la Agencia Proceso Foto y también en el diario Crónica, en todos como fotorreportero con un estilo singular, ácido, pero a la vez dinámico.
“Trabajando en Síntesis gané otra beca del FOECAH sobre la cultura de la huasteca. Fue acerca de las fiestas tradicionales y regionales, el colorido, el folclor, su gastronomía. Todo un año estuve yendo a la huasteca para conocer a su gente, su personalidad y costumbres. Fue algo muy bonito”.
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Estudió la primaria en Ciudad de México. Recuerda que su maestro les permitía hojear su periódico y fue ahí donde empezó a ver fotografías de política y guerra. Tuvo la oportunidad de tomar talleres en la Escuela de Artes y empezó a estudiar la fotografía en blanco y negro con Fernando García, quien es un profesor de CDMX.
“Era un fotoperiodista conocido en aquel tiempo. Estuvo dando talleres de fotografía documental. Una ocasión nos invitó a su casa y ahí nos mostró parte de su trabajo periodístico, como la cobertura del levantamiento armado zapatista en Chiapas, fotografías que le publicaron a nivel nacional como internacional. Ahí fue cuando decidí que quería ser fotoperiodista”.
José Jorge, de 50 años, de trato sencillo, recuerda que en el primer diario en el que trabajó fueron los primeros en el estado en dar el salto de la fotografía análoga a la digital.
“Nos cambiaron equipo y empezamos a trabajar con cámaras digitales. Antes debíamos ir a unos mini labs, en el cual debíamos revelar el rollo, hacer selección de imágenes, escoger y llegar al periódico para que se escanearan para la impresión del matutino.
“Sí es una gran diferencia, sobre todo por los tiempos, porque nosotros necesitamos inmediatez de la imagen, entonces cuando teníamos que salir de gira de cobertura a la huasteca o sierra, que son zonas que difícilmente tienen señal de teléfono o internet, pues era bien complicado”.
Las cámaras siguen conservando las mismas características, ya sea diafragma, velocidad, ISO, la diferencia, claro, fue el cambio de rollo a una tarjeta que va directamente a la computadora para realizar el mismo proceso de edición y selección.
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“Ahora podemos hacerlo vía Wi-Fi y es mucho más rápido. Ha evolucionado”, comenta Jota Jota, como se le conoce en el medio.
Al respecto de la fotografía móvil, es decir, que casi cualquier persona con un teléfono celular pueda tomar una foto y subirla a sus redes, piensa que es algo positivo para que el público en general pueda practicar la foto, pero que eso no sustituye a un fotógrafo o videógrafo profesional.
“Ya toda persona que tiene un móvil graba video o toma foto. Desafortunadamente, algunas imágenes son desde muy lejos o no tienen buena definición. Igualmente presentan fallas técnicas. Entonces, algunos medios optan por esperar las imágenes de los fotoperiodistas, que lleguen al lugar para corroborar el hecho. Al final de cuentas, nosotros tenemos otra visión, una cultura visual óptima para realizar una imagen de alta calidad”.
Nunca había cubierto nota roja y “en una ocasión me tocó cubrir el incendio del choque de una pipa de gas contra un auto particular. Llegué cuando ya estaban los bomberos. Cuando apagaron el fuego pude mirar a la persona calcinada dentro del vehículo. Fue algo impactante, impresionante.
“Lo más difícil de cubrir fue la pandemia. Muchas personas hicieron home office, pero desafortunadamente nosotros, como medio de comunicación, no podíamos quedarnos en casa, tenemos que salir a la calle para documentar todo lo relacionado a la pandemia: hospitales, comercios, calles vacías, todo. Y esto con el riesgo que implicaba. Algunos compañeros se contagiaron de Covid-19 y ya no están con nosotros”.
José Jorge admite que el fotoperiodismo es un trabajo bueno. “Tiene sus altos y bajos, sobre todo con el tema de las agresiones. Estamos expuestos a los ataques, debemos cuidarnos mucho, más con el tema del huachicol y el narcotráfico. Aquí todavía está relativamente tranquilo, en otros estados han matado a varios. No tiene por qué ser parte de nuestro trabajo como unos dicen, estamos haciendo una labor, documentando cuestiones políticas o sociales, nota roja o deportiva… No debemos ser agredidos”.
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