Simón Vargas

Fomentemos la ausencia de violencia en las escuelas

“En la escuela no se aprenden sólo contenidos, sino costumbres y valores”

Papa Francisco

Tristemente en las últimas décadas las noticias hacen continua referencia a situaciones de violencia y crimen, donde la crueldad humana juega el papel principal en las narraciones de los medios de comunicación masiva, lo que de manera significativa ha hecho que la niñez y la juventud crean que la manifestación de agresiones es un estilo de vida habitual.

Y es que a diferencia de hace un par de años, hoy se cuenta con mayor acceso a todo tipo de información sobre homicidios, agresiones y delitos, manifestaciones que exponen la forma en que la descomposición social ha permeado a gran escala y en todos los estratos económicos.

Actualmente, incluso los centros educativos se han transformado en lugares donde los niños y jóvenes vierten toda aquella violencia de la que se les ha cargado, ya que acciones como el bullying, el acoso, el hostigamiento sexual o el ciberacoso se han convertido en acciones que además de limitar el crecimiento y el desarrollo personal y social, también contribuyen a perpetuar ciclos de malos tratos.

De acuerdo a datos del informe “Acabar con la Violencia en las Escuelas publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia cerca de 150 millones de estudiantes de 13 a 15 años aseveraron haber sufrido violencia por compañeros de escuela, y alrededor de 720 millones de niños en edad escolar viven en países donde las leyes no les confieren una protección completa frente al castigo corporal en los centros educativos.

Además de esto, en muchos casos la violencia sufrida en los diversos entornos sociales aunada a problemas emocionales, psicológicos y/o familiares, se ha convertido en un catalizador importante; ya que los tiroteos escolares se encuentran en ascendencia notable, sucediendo cada vez más con una alarmante y aparente regularidad, y dejando de ser vistos como accidentes aislados para transformarse en casos de estudio que no sólo afectan a las víctimas sino a la comunidad en general; es así como de acuerdo a información de la Rand Corporation: Las masacres escolares pueden provocar dolor, depresión, adicción, trastorno de estrés postraumático; lo que sin un tratamiento adecuado, tienen un amplio impacto negativo en la calidad de vida y en el funcionamiento social, emocional y cognitivo.”

A pesar de que E.E.U.U. sea el país con más casos registrados, en México en enero del 2020 un niño de 11 años disparó a tres de sus compañeros, así como a su docente para posteriormente suicidarse y por desgracia este caso no ha sido el único caso, ya que se han vivido situaciones parecidas en Monterrey, Morelos, la Ciudad de México, Puebla y Nuevo León.

Pero, ¿cómo fomentar la ausencia de violencia en las escuelas? Aunque muchos creen que la solución es la implementación de un modelo de hipervigilancia, es decir cámaras de seguridad, el renombrado “operativo mochila” o la instalación de detectores de metal en las entradas, entre otros mecanismos, esto no hace más que aplazar los problemas; lo verdaderamente importante es retomar la enseñanza en valores, ahondar en las razones de aquellos que cometen acoso y profundizar en la educación emocional y en la comunicación efectiva.

En un mundo donde la violencia parece no detenerse, es trabajo tanto de alumnos como de profesores sembrar, compasión, solidaridad, empatía, pero sobre todo amor al prójimo.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.


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