Quien diga conocer los entretelones de la política es afortunado. Otros no lo somos, sobre todo sorprendidos con nuevos escenarios en Morena y su búsqueda del candidato idóneo a la gubernatura del estado.
Inicialmente 52 aspirantes registró el Consejo Estatal del partido, de estos hubo cuatro perfiles. Senadora María Merced González, diputada Lisset Marcelino Tovar; Francisco Xavier Berganza, legislador local y Abraham Mendoza Zenteno, delegado de programas federales.
Adelantito, otro cambio al sumar al senador Julio Menchaca. Se infería que la Comisión Nacional de Elecciones designaría al mejor pretendiente.
Hubo nueva modificación con 10 enlistados para evaluar: Eréndira Mendoza, Hilda Miranda, Lisset Marcelino, Simey Olvera y Lidia García; Cuauhtémoc Ochoa, Vicente Charrez, Damián Sosa, Julio Menchaca y Francisco Xavier Berganza. Se excluyó a Abraham Mendoza.
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Se abrieron posibilidades para Arturo Herrera, estableciendo que podría haber otros nombres, y que nadie debería considerarse descartado.
Mujeres en su derecho
El jueves pasado en México, como en países de América y Europa, hubo manifestaciones en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Ese mismo día hubo 11 feminicidios en diferentes estados de la República, uno más que el promedio de 10 cada 24 horas desde hace 3 años.
Comparando los números estremecen ya que según la ONU, el año pasado 47 mil mujeres fueron victimadas por sus parejas o familiares, en funesto equivalente de una cada 11 minutos.
Quienes salieron a las calles a denunciar estos condenables actos, se acompañaban de imágenes de algunas inmoladas.
Testimonios dieron cuenta de una ira colectiva sin atenuar.
Policías, en sus estratos municipales y estatales, enfrentan los hechos horas o días después de ocurrido.
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Los homicidios parecen tener denominador común, discusiones, enfrentamientos verbales de las parejas que culminan en forma sangrienta. Se erigen esposos o compañeros como victimarios usufructuando mayor capacidad física, con furia incontenible.
El alcohol en demasía o drogas, pueden incentivar deleznables ataques.
Menores de edad han sido testigos impávidos de atroces escenas. Por años, o por siempre, vivirán con los recuerdos.
Sería interesante conocer cuántos responsables fueron capturados, y que sentencias les impusieron.
En días estresantes del Covid, se instruyó a jefes de casa a no salir salvo urgentes necesidades laborales. Algunos, modificados sus hábitos de convivencia doméstica, se dejaron llevar por intenso malestar, sin llegar a violencias extremas. Otros no pudieron.
En imperiosa necesidad de tomar acciones ante los llamados de miles de mujeres invocando paz y respeto, pregunta que inquieta es breve, angustiosa: ¿qué hacer?, ¿cómo orientar a quiénes se dejan llevar por su lacerante conducta varonil?
En Hidalgo hasta donde recuerdo, se han dado estos sucesos, no tan frecuentes.
Alguna vez, en el Mezquital, acompañado por un amigo fotógrafo, ya desaparecido, en importante municipio, un comandante de la entonces Policía Judicial nos dijo que tenía detenidos a dos jóvenes veinteañeros.
Habían ido, contó, a visitar a la tía de uno de ellos, ya octogenaria e inválida. Estaba sola. La golpearon, la abusaron y finalmente la sacrificaron.
“Véanlos, ahí están”, señaló.
Sentados en un rincón de una mal habilitada celda estaban los dos; la vista perdida.
Mi compañero se enojó y me preguntó: “¿Me da chance?”, en la intención de un rápido “escarmiento”. No se produjo. Los presuntos responsables no contestaron ninguna pregunta.
Tomé del brazo a mi amigo; me entendió. Salimos. Nunca supimos el destino de los inculpados.
Lo más cercano a una declaración oficial fue: “En eso estamos, en eso estamos”.
En eso nos quedamos.
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