“Este año se ve muy triste la Iglesia de la Asunción con muy poca gente que no quiere perder la tradición, no hay quien venda ropita y no está el padre para hacer bendiciones”, tales fueron las palabras de la señora Teodora Díaz Aguirre al acudir al templo ubicado al norte de la capital del estado.
Díaz, tras hacer una hora de oración, se retiró cargando la imagen de un niño Dios desnudo sobre una canasta.
Con tristeza, lamentó que esta sea la primera vez que no vivió el júbilo de una celebración religiosa tan importante como la fiesta a la Virgen de la Candelaria.
Pero, pese a la emergencia sanitaria que vive el estado y el mundo, mostró sus ánimos por conservar sus tradiciones.
El templo religioso abrió sus puertas durante unas horas para recibir a apenas unos cuantos visitantes, colocando gel antibacterial y marcando los accesos de entrada y salida para evitar contagios de Covid 19.
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“Mis padres me enseñaron la tradición”
“Mis padres me enseñaron a seguir la tradición, aunque no hay bendiciones siquiera lo traigo a la iglesia, debemos tener fe y yo no la perderé”, exclamó la mujer originaria de Huasca Ocampo y actualmente habitante en la colonia Felipe Ángeles en Pachuca.
En la entrada al templo religioso fue colocada una lona para anunciar a los fieles creyentes que este dos de febrero las celebraciones se harían de forma virtual en un horario de 8, 13 y 17 horas.
Por ello algunas familias que acudieron con la imagen de su niño Dios se retiraron inmediatamente.
Oración para que la pandemia termine
Sin embargo, la señora Teodora Díaz optó por permanecer unos minutos más y hacer una oración, “para que la actual pandemia sanitaria se termine, para que se acabe, yo le pido por todo el mundo que retire estas enfermedades y se apiade de todos nosotros”, expresó.
En las inmediaciones de la iglesia apenas había un puesto con ropones en venta, otro más con venta de ramitos de palma y a un costado algunas flores y cubre bocas.
Aunque no fue permitida la vendimia popular de la tradicional fiesta, algunos pocos comerciantes se mantuvieron en las inmediaciones de manera discreta para ofrecer ramos de palma, ropones o flores a los pocos visitantes que llegaban a la Iglesia de la Asunción.
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