Es inusual ver hacia la aldea cuando de asuntos globales se trata. Por la ubicación territorial de los problemas que trascienden fronteras, las referencias son a los países, poco a sus regiones. Se habló de COVID-19 desde su origen en Wuhan casi con carácter anecdótico, después las referencias fueron a China, hasta para efectos humorísticos. Marginalmente Bérgamo destacó de Italia durante algunos días, por la magnitud de los estragos sufridos en su comunidad.
La costumbre se acentúa en los Estados con sistema federal. Viene de una añeja práctica en las relaciones internacionales: el trato bilateral Estado-Estado, excluyente de las partes que los conforman. Igual sucede con los vínculos multilaterales que mantienen como único canal al gobierno nacional.
A partir de la evolución del concepto de soberanía en las últimas décadas del siglo XX con la integración europea que pasó de económica a política, y la de los grandes bloques comerciales, surgió una nueva dinámica que incluye la participación directa de las partes federadas en los mecanismos de cooperación internacional.
Desde hace poco más de un lustro se innovó la doctrina federalista y se actualizaron las normas constitucionales, alejándolas del modelo habitual
Al inicio del siglo esas prácticas evolucionaron a la paradiplomacia, donde los protagonistas son actores no tradicionales de la política exterior cuya conducción se conserva para el gobierno nacional. Las entidades federativas emprendieron sus propias agendas internacionales. Así, los antes intrascendentes hermanamientos entre ciudades se enmarcan hoy en la regulación administrativa, igual que los intercambios académicos, científicos y culturales, los estudiantiles y de investigación; y los gobiernos locales alinean su desarrollo en propuestas de organismos multinacionales, como la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
No obstante, las propuestas locales frente a los retos de la globalidad se desdeñan por el prejuicio del origen, se les menosprecian posibilidades, aun cuando tienen implícito su impacto directo.
Viene todo esto a cuento para contextualizar lo que observamos el último día de febrero a través de las redes sociales, con más curiosidad que expectación: el lanzamiento al espacio de un nanosatélite desde la India, con participación del gobierno hidalguense.
Este proyecto iniciado en 2018 con el Laboratorio de Instrumentación Espacial de la Universidad Nacional Autónoma de México, puso en órbita el objeto cuyos fines de estudio van de la utilidad en comunicaciones hasta usos militares y de monitoreo de la superficie terrestre.
En el Poder Ejecutivo del estado de Hidalgo hay una apuesta a esta participación en la sociedad del conocimiento con una visión desoluciones ex ante de la mayor cobertura.
Desde los gobiernos nacionales la mirada es necesariamente otra, definida en mucho por diversas variables: los equilibrios continentales e intereses económicos transnacionales, hacia afuera; las tensiones políticas regionales y partidarias, al interior, entre otras; no ajena pero si alejada del piso original; más presente con el mensaje de Estado frente a los medios, que con un trato directo en los espacios donde impactan los problemas. Y con una ventaja fundamental: la disposición de dinero.
Las posibilidades de resultados también se advierten diferentes: una propuesta local tendrá menor peso político que la de uno o varios gobiernos nacionales; pero una multinacional también puede ser menos efectiva en tanto, desde su integración, depende de intereses no necesariamente coincidentes.
La propuesta del gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, evidentemente de menor capacidad financiera requirió un planteamiento técnica y económicamente sustentado e inversión privada. Sus resultados podrían ser entonces a menor plazo. Sigue trazar las posibilidades.
En su libro Ciudadanos del Mundo (Alianza Editorial, 2009), la filósofavalenciana Adela Cortina nos recuerda que: Ante los retos universales no cabe sino la respuesta de una actitud ética universalista, que tiene por horizonte para la toma de decisiones el bien universal, aunque sea preciso construirlo desde el bien local.
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