Es sencillo pensar que no tenemos problemas de amor propio, considerar que en un nivel adecuado nos queremos y cuidamos adecuadamente de nosotras y nosotros, en conferencias o en consulta suelo preguntar: “¿En una escala del 0 al 10, cuánto te quieres? Recibiendo respuestas muy variadas, desde quien afirma quererse en un 15 hasta quien admite estar en la escala en un 0, por supuesto, ninguna respuesta aplica un juicio respecto a la persona, sino que le ayuda a evaluar en donde considera que está en amor propio.
Sin embargo, cuando nos adentramos al tema del amor propio la mayoría cambiamos de nivel en la escala, porque es fácil decir que te quieres, pero hacer del autocuidado un estilo de vida es muy distinto, y el autocuidado es resultado del amor que sientes hacia ti.
Amarse es cuidarse, sin duda, así que si analizamos cómo y cuánto procuramos nuestro bienestar en las diferentes áreas de la vida entonces tenemos mayor claridad respecto a cuánto nos querernos.
El amor propio no es creer que eres superior a los demás, no es solo sentirse atractivo, no se resume a consentirte e ignorar tus errores, el amor propio es la relación que construyes contigo a partir de la evaluación qué haces de ti (autoestima), de acuerdo a lo que piensas de ti (autoconcepto).
Te recomendamos: “Estrategias para cuidar tu estabilidad emocional”
Comienza construyendo un autoconcepto positivo, esto no quiere decir que pienses solo lo mejor de ti sino que también reconozcas tus limitaciones y tus áreas de oportunidad, no para devaluarte por ellas sino para autovalidarte y autoafirmarte, y de aquí, que confíes en ti, que te reconozcas capaz de enfrentar los retos de la vida, que distingas tu potencial y trabajes para desarrollarlo al máximo, claro, si eliges hacerlo.
Ninguna persona está obligada a desarrollar su potencial, pero hacerlo es una oportunidad y un compromiso que solo puede ser elegido íntimamente, y en donde el contexto adecuado puede favorecer la toma de esta decisión de vida.
Y luego está la autoestima, que es la valoración que realizas de ti mismo, en la que te calificas de acuerdo a los parámetros que son importantes para ti, no en los que te señalan externamente, ya que al hacerlo solo en base a factores externos puedes descalifarte al no ser como “crees que deberías ser” y dejar de lado la posibilidad de sorprenderte con quien realmente eres.
Obviamente, como seres sociales no escapamos de los parámetros establecidos para considerar que somos valiosos, exitosos, queribles… Por esto es indispensable reforzar, sobre todo, en edades tempranas la aceptación y la validación emocional, fomentar la empatía y el asertividad, por lo que es comprensible que la autoestima sea un pilar necesario en la inteligencia emocional.
Sigue leyendo: ¿Y la salud mental?
He conversado con gente inteligente, atractiva y valiosa a la que le cuesta mucho trabajo reconocerse como tal y por lo tanto les es difícil confiar en sí mismos, lo que les lleva a no realizarse plenamente en lo laboral, personal, relacional… en razón de que las inseguridades tienen raíces profundas en el desarrollo personal, lo que sí bien no es posible desenredar en poco tiempo tampoco es imposible cambiar.
Por otro lado, está quien se siente convencido o convencida de que se quiere, y cuando analizamos hábitos de alimentación, descanso, ejercicio o visitas regulares en el cuidado de su salud se dan cuenta de qué hay áreas de su vida, principalmente las de autocuidado que están bastante relegadas.
O quien trabaja sin descanso y se enferma de estrés o por el incorrecto manejo de este.
Quien no cuida su diálogo interno y continuamente se está lastimando con lo que se dice o con la forma en la que se mira y al no validar sus emociones y necesidades afectivas.
Son también las dinámicas de las relaciones una evaluación de lo que creen que merecen y del autocuidado que permite establecer límites sanos en toda relación, lamentablemente no es poco común que se den cuenta de que en la pareja, con familiares o con amigos no están defendiendo su derecho a la reciprocidad e igualmente están las personas que viven para todos menos para sí mismos, las buenas noticias para unos y otros es que el amor propio puede construirse sin importar la edad, y si, cuanto antes se cree siempre será más favorecedor, siendo necesario a lo largo de cada etapa de la vida.
Es fácil decir que nos querremos pero querernos todos los días es un reto complejo y aún así, un reto que vale toda la pena lograr.
No se trata de quererse solo cuando todo va bien sino de quererse aún más cuando nos equivocamos, en los días en los que no nos gustamos del todo, cuando alguien nos da portazo, querernos y cuidarnos aún cuando no tenemos tanto ánimo para hacerlo, justo es en los momentos difíciles que requerimos querernos y cuidarnos el doble.
A los niños, niñas y adolescentes es imprescindible enseñarles a respetarse, aceptarse y amarse, esto les blindará de la necesidad de aprobación que puede llevarles a situaciones de riesgo y favorecerá que tomen decisiones en base al cuidado de sí mismos, les aportará la seguridad de saberse acreedores de respeto y merecedores de oportunidades para una vida digna.
Como adultos y adultas si no se aprendió antes, es impostergable empezar a amarse ahora, con el proceso que el amor propio amerita, no es simple amarse todo el tiempo, la verdad es que tampoco el amor propio debe romantizarse, el amor propio cuesta, es una decisión que amerita consciencia y compromiso constantes, pero, si reconocemos que el amor propio incrementará sorprendentemente nuestra calidad de vida, que beneficiará nuestra la salud física y mental, dignificará las relaciones que establecemos, nos orientará a alejarnos de lo que nos reste y que además, el amor propio nos puede salvar la vida, ¿verdad que preferiremos aprender a amarnos permanente y profundamente?
¡Abrazos!
Lorena Patchen
Psicoterapia y conferencias.