En los años setentas derivado del Concilio Vaticano II de Juan XXIII en América Latina surgió el movimiento de la Iglesia al servicio de los pobres que luego se convirtió en la Teología de la Liberación, no ajenos a ello y en un medio como la Huasteca donde reinaba marginación y pobreza combinada con el abuso de caciques y la represión del gobierno a comunidades indígenas, surgió el Equipo Pastoral Atlapexco (EPA).
Lo formaron tres religiosos católicos que tenían vocación natural de luchadores sociales: Samuel Mora Castillo, Pablo Hernández Clemente y José Barón Larios, que encontraron apoyo incondicional en el vicario de la Diócesis de Huejutla Arturo Lona Reyes, así paralela a su tarea evangelizadora emprendieron un trabajo social impresionante alfabetizando y organizando a los pueblos de gran parte de la franja norte de Hidalgo.
Ofrecer la misa ya no en latín, sino en el idioma de la feligresía y de frente a ella, ya no ante el altar, representó para la grey católica un importante cambio lo que se empató con la lucha por la recuperación de tierras y la negativa de terratenientes y caciques a ceder, dieron un baño de sangre a la Huasteca, la matanzas y asesinatos de dirigentes indígenas se volvieron comunes, lo mismo que la toma de tierras.
En ese escenario Mora Castillo, Hernández Clemente y Barón Larios jugaron un papel importante del lado de los menos favorecidos, lo que provocó su persecución a veces simulada y en ocasiones abierta, pero nunca desistieron en sus tareas evangélica y social, contribuyendo en mucho a cambiar las condiciones de miles de naturales de la Huasteca, legado vigente porque la región hoy es otra, a pesar de que no se ha superado la pobreza.
El 27 de abril se cumplió un aniversario de que por diferencia de horas concluyeron su ciclo vital Samuel Mora Castillo y José Barón Larios, unos meses antes falleció Pablo Hernández Clemente, pero las comunidades indígenas les siguen recordando y mantienen vivo el reconocimiento a su tarea pastoral, pero conforme pasa el tiempo se aprecia más los resultados de su lucha social, porque fueron factor de cambio en la Huasteca.
Región que ahora a la pobreza agrega manifestaciones delincuenciales preocupantes como el secuestro, levantones y la creciente actividad del narcomenudeo que se refleja en inseguridad, que requiere de la atención de los gobiernos estatal pero sobre todo federal para evitar mayor presencia de los grupos organizados, que cooptan jóvenes que carecen de oportunidades.
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